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lunes, 30 de junio de 2014

La Saeta sube al Cielo: "De empresas y mafias"


Tras el parón temporal de la semana pasada, retomo mi actividad en este espacio que me brindan mis compañeros de blog para exponer de manera voluntaria mi opinión sobre el asunto que considere oportuno. Eso sí, siempre desde el respeto.

Y como para eso estamos aquí, voy a reanudar mis artículos con un tema que, (¿cómo decirlo sutilmente?), me toca mucho la moral…

Estoy bastante harta de que se trate a la Iglesia Católica como la mayor mafia del mundo, como a una empresa en la que dentro de su burocracia se encuentran unas normas de estafa y maldad para todo el que se mete dentro de ella. Pero lo mejor de todo es que esto lo he escuchado de la boca de personas que se consideran cristianas.

Mi razón de ser no concibe que una persona que se reafirma en sus creencias como cristiano diga que absolutamente todo lo que envuelve a la Santa Sede es una farsa.

Estamos de acuerdo en que a lo largo de la historia nos hemos encontrado con sorpresas poco agradables en lo que a la actividad de la Iglesia se refiere, pero como en todos los ámbitos siempre existen las “ovejas negras”. Y no por eso vamos a descalificar a todas las profesiones en las que, por desgracia, hay unos pocos que deshonran y manchan el nombre de dicha profesión.

Entonces, ¿Por qué cuando se trata de la Iglesia se engloba a todo lo que conlleva y solo se ve una enorme multinacional con sede en El Vaticano, con sucursales en cada población y unos representantes o agentes comerciales pagados por el Estado?

Es increíble como dentro de nuestra comunidad nos tiramos piedras al tejado, normal que después los foráneos tengan argumentos para criticar nuestra actividad. No pretendamos que nos respeten los demás si ni nosotros mismos somos capaces de hacerlo.

Ya está bien de calificativos como “paseasantos” y otros tantos, que para poder opinar sobre este asunto considero que se debería tener más información sobre la actividad total que lleva a cabo la comunidad cristiana. Que no únicamente sacamos a procesión una imagen, es infinitamente satisfactorio la obra social que llevamos a nuestras espaldas, entre otras muchas cosas.

Para acabar quiero aclarar que con estas líneas no pretendo cambiar la opinión de los que piensan esto, sólo pido el respeto que nosotros tenemos hacia los que no comparten la manera de llevar nuestra fe, pero sobretodo me encantaría que se informasen de todo lo que implica la palabra Iglesia antes de repartir calificativos a diestro y siniestro.

Estela García Núñez





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