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domingo, 6 de julio de 2014

Candelabro de cola: ¡Abran las puertas!


Hacía ya tiempo que deseaba abordar la temática que hoy vamos a tratar en este Candelabro de Cola de estivales calores julianos. Decidí que había llegado el momento cuando el pasado miércoles, en un tranquilo paseo por las calles del centro de la ciudad, recordé que la Hermandad de la Estrella había trasladado a sus Sagrados Titulares hasta la antigua Iglesia de San Juan de los Caballeros (Las Esclavas). Así que encaminé mis pasos hacia el templo a fin de contemplar a Nuestro Padre Jesús de la Redención y a Nuestra Señora de la Estrella en su sede provisional mientras duran las obras en San Fernando –que ojalá mejoré notablemente su fisonomía, que buena falta le hace-. ¿Y qué me encuentro en la Plaza de San Juan? ¡Acertaron! Una puerta bien cerrada. No les voy a engañar, no me sorprendió lo que encontré. ¿En qué cabeza cabe que una iglesia ubicada entre el centro de la ciudad y el entorno de la Judería esté abierta un miércoles  a las 20.30 horas? ¡Qué disparate! Cuando ya me disponía a volver por donde había venido, llamó mi atención un folio en blanco que anunciaba la suspensión de todas las misas desde el 30 de junio y que el horario de adoración a Jesús Sacramentado se realizaría de 12 a 14 horas solamente durante el mes de julio. Será que en agosto el Santísimo veranea en Chiclana o Fuengirola y lo adorarán en el chiringuito de turno sustituyendo el humo del incienso por el de las brasas con que se asan los espetos. Visto cómo está el patio uno se pregunta, inevitablemente, si no había mejor lugar donde mantener el culto a los Titulares de la Hermandad en cuestión…


Lamentablemente esta es la tónica habitual de gran parte de las iglesias, parroquias y conventos de nuestra ciudad. Aquí hay muchos lugares de culto (de culto de boquilla, ya ustedes saben…) que son más difíciles de encontrar abiertos que aprobar unas oposiciones de notaría. Si usted, cordobés de nacimiento o de adopción, si ha residido algún tiempo en la ciudad o si ha tenido a bien visitarnos en alguna ocasión, ha logrado ver abierto alguna vez los conventos de Santa Ana, Jesús Crucificado, la Encarnación, Santa Victoria o la iglesia de San Pedro de Alcántara debe sentirse un auténtico afortunado. Porque, francamente: ¡no hay narices! Y, de hecho: ¡manda narices! Uno cuenta ya sus añitos y se conoce bien el paño pero no por ello deja de comprender cómo una ciudad que tiene tanto y tan bello se empeña sistemáticamente en ocultarlo a sus propios vecinos y a los que vienen de fuera. Aparte, claro está, de impedir momentos de oración y recogimiento de los fieles: eso sobre todo. Y una vez más se ponen de manifiesto la miopía, la poca claridad de ideas y el nulo sentido común de muchos siervos de la iglesia. Para quienes quieran oír: ¡Abran las puertas! Porque, aunque aún no se lo crean, con las puertas cerradas no entran los fieles, sin fieles se pierden las devociones y el culto y, con ellos, entre otras cosas, las limosnas y donativos. Esto no es muy difícil de entender y en muchos otros lugares lo tienen claro como el agua. Ejemplos hay muchos. Encontrar conventos de clausura abiertos en Sevilla no es nada complejo. En Granada, quien escribe, visitó el pasado invierno la Parroquia de San Justo y Pastor un sábado a las 16.45 horas. Incluso fuera de nuestras fronteras, en Italia, sur de Francia o Grecia, lo que es realmente complicado es encontrar una sola iglesia cerrada. Pero oiga, quién sabe… quizá todos llevan el paso cambiado menos nosotros.


Marcos Fernán Caballero






Recordatorio Candelabro de Cola










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