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martes, 15 de julio de 2014

La Voz de la Inexperiencia: La voz a ti debida



Hace algunas semanas que mi voz no se pronuncia, poco resuena ya el eco de artículos pasados.

Pues bien, casi he de presentarme de nuevo. Este tiempo he descubierto un nuevo 'yo'. Un 'yo' que ha conseguido cada meta que se ha propuesto, aunque estuviera nadando entre dudas y negatividad. Un 'yo' que hace la maleta dos veces por semana y que está aprendiendo que la vida está lejos de ser como deseas. Un 'yo' que sobrevive de las ausencias gracias a algunas presencias. Un 'yo' que ha demostrado la entereza digna de una mujer.

Una mujer que se sigue emocionando con un pasodoble de carnaval, unos Válidos que cantan a Súper Antonio, unos Muñecos de Cádiz que cantan a la anorexia, o ese Amor al que apelan los Genios. Y me voy enamorando, enamorando de compartir esta afición con mi hermano, al que tanto echo en falta; enamorando de esos mensajes que en otra circunstancia nunca habría recibido, y que al parecer, ante la ausencia -aunque temporal- se han ido sucediendo; enamorando de ese compañero incondicional que me aguanta, me exprime cada virtud y me perdona cada defecto. A ti, a mi hermano, a mi familia, amigos y conocidos que se apiadan de una sensiblona que hace pucheros al llorar, a todos, gracias.

Con más lágrimas que sonrisas me marché de Córdoba. Mi Córdoba, la cuna de mis sueños, la nana de mis desvelos y el puente desde el que me asomo, me asombro y lloro, lloro para dejar un poco de mí aquí. Ahora que no estoy, que tan pronto vuelvo como me voy.

Lo que más extraño, además del seno familiar, es mi lugar favorito en el mundo, ya saben, la capilla del que Ora bajo lágrimas Candelarias Amarrado siempre a mí. Allí he rezado múltiples veces, he compartido cada sollozo, y –sobretodo- he madurado como cristiana y hortelana que soy.

Sé de buena tinta que has puesto, Señor, en mi camino a más de un ángel que vela por mí. San Francisco Javier es el arcángel de mi vida.

Francisco Javier da nombre a la persona que más admiro en el mundo, tú, papá, que con la responsabilidad que conlleva educar a un hijo, has hecho de mí lo que soy hoy.

Francisco Javier da nombre a la persona que ha recorrido por mi culpa pasillos enteros innumerables veces, cuántas veces me has tenido que perseguir para que yo, tu hermana pequeña, no acabara con los rizos por el suelo. Tú, hermano, mi Kiko, ‘el niño’, la persona antagónica a mí y la esencial de manera simultánea.

Francisco Javier da nombre a la última incorporación angelical de mi vida, qué de noches has pasado mirando cómo dormía, qué de días me has alegrado con tus buenos días, qué de tardes me has tenido echándote en falta y ahora estás pegado a mi espalda, mientras tu cabeza maquina esos sueños tan extraños que me hacen reír al recordarlos. Qué inocente se te ve con esa media sonrisa cada vez que me da por acariciar tu nuca.

Aunque suene a tópico, “no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde”, pero esta vez yo, no pienso perderos.

María Giraldo Cecilia








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