La tragedia se ha mascado durante las últimas semanas. El pentagrama ha temblado sobre sus propias notas como un flan de nata. Los movimientos se han desencadenado como una bomba anunciada antes de explotar vía telefónica.
Lo dejó claro el Cirineo, pero no me puedo resistir -como pseudoperiodista que soy y opinador empalagoso- a observar atónito como sucesiva y reiteradamente hay gente que se pone extremadamente nerviosa con las informaciones que emite este medio.
Cuando preparo o escribo artículos para Gente de Paz, a veces, me dan ganas de poner entre paréntesis en el titular "(orfidal recomendado para esta entrada)". Y si la temática es musical, la farmacia se queda corta.
Al final opto por dejar que el lector sufra emociones fuertes que, a la postre, es la mejor prueba de que estamos vivos. Aunque no sé si las nuevas bandas de la Paz y la agrupación de Pasión, o los cambios que se avecinan nos reducirán el número de lectores por mortalidad súbita. Lo que sí parece claro es que a más de uno le hiere el alma que seamos nosotros quienes lo publiquemos (primeros, segundos, terceros...) y así nos mantengan entretenidos a base de desmentidos que a los dos días se tornan en ratificación de lo expuesto. Juzguen por sí mismos.
La conclusión es que en unas pocas semanas parte de los habitantes de esta ciudad milenaria ha enloquecido con apenas cuatro bandas que casi propician un funeral. Por desgracia, en esta ciudad milenaria ha faltado como protagonista de excepción Andy McDowell. Pero no sufran porque en esta ciudad milenaria lo que acontece pronto será estudiado en Cuarto milenio, que por algo somos milenarios.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio El cáliz de Claudio