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miércoles, 13 de agosto de 2014

El Cirineo: Déjà vu... ¿Quién decide en nuestras cofradías?


Seguro que alguna vez han experimentado esa percepción de haber vivido algo antes y que algunos científicos y/o cursis denominan déjà vu. Pues eso es exactamente lo que me viene sucediendo en las últimas semanas al leer y escuchar ciertas cosas que inevitablemente inducen a vivir esa sensación. Lo más curioso, no obstante, no es que la historia se repita una y otra vez, sino que sus protagonistas crean que son únicos en su género y han descubierto la rueda.

Pues a todos estos iluminados lamento decirles que no, que no ocuparán ningún lugar de privilegio en la memoria colectiva por ser los más originales de la historia de la Semana Santa… de hecho no lo ocuparemos casi ninguno de nosotros salvo honrosas excepciones, no se esfuercen. Y es que el ser humano navega continuamente por las mareas de la vanidad sin darse cuenta de que lo mismo que uno hace, otro lo puso en práctica mucho antes de manera más o menos parecida, porque en cofradías está todo inventado.

Ahora aparecen por doquier nuevos descubridores de la más pura esencia, ilustrando a los pobres mortales con la verdadera identidad que siempre debió tener la cofradía de turno. Se cambia el estilo musical que acompaña a los Titulares de las hermandades con una facilidad, un descaro y una falta de respeto hacia nuestro pasado que se acerca peligrosamente a la poca vergüenza y además se hace desde una posición de superioridad moral (iba a decir intelectual, pero el concepto le viene grande a casi todos estos sujetos) que les hace menospreciar a los que estuvieron antes dirigiendo la hermandad o parte de ella, llevando un martillo, un costal o tocando detrás de un paso. Sujetos que no han empatado con nadie y cuya mayor preparación consiste en llevar desde la adolescencia (esa que algunos de ellos mentalmente jamás abandonarán) escuchando marchas de cornetas a toda pastilla para desgracia de sus familias y sus vecinos o de los pobres viandantes que se cruzan con ellos y no tienen ninguna culpa de que sus problemas de oído les haga llevar el coche vibrando por las calles como auténticos canicofrades.

Pues resulta, queridos amigos, que estos individuos se han encaramado al poder de decisión en muchas de nuestras cofradías, algo impensable hace unos años y eligen qué estilo de banda ha de acompañar a nuestras imágenes de aquí en adelante y si un paso lleva toda la vida con una agrupación musical, pues ahora llego yo, el gran iluminado y tiro todo a la basura por mis santos reales, dejando claro, por descontado, a todo el que tenga la mala suerte de tener que escucharme, que los que me precedieron no tienen ni puñetera idea de esto, porque yo y solo yo gracias a mi basta preparación (que no vasta), entiendo de música y se lo que le va a mi cofradía y los demás, miserables ignorantes, a callar y a aprender, y si de paso puedo ridiculizar, menospreciar o insultar a los que se han partido el alma por la hermandad o los labios tocando detrás de un paso, mejor que mejor, así ponemos a cada cual en su sitio, y demostramos quién manda.

Y despeñándonos por este abismo, así nos va a las cofradías, con individuos como estos tomando decisiones para las que no tienen formación alguna ni respeto por la idiosincrasia de las corporaciones a las que, consciente o inconscientemente, perjudican con su incompetencia. De modo que vayan preparándose, porque las metamorfosis prometen multiplicarse en las próximas fechas, las modas mandan, ¿Que las agrupaciones no se llevan? Pues se acabaron y cornetas a diestra y siniestra. ¿Que este señor lleva vistiendo a la Virgen toda su vida? Pues de la noche a la mañana lo sustituimos por el vestidor de moda (que va de cofradía en cofradía y tiro porque me toca), patada en el culo incluida al expulsado y si se puede, tirando por tierra el trabajo de años para justificar lo injustificable. ¿Que quien con sus diseños dio forma a toda una cofradía no es de nuestra cuerda? Pues le encargamos un palio a otro (programa informático de corta y pega en ristre) y nos cachondeamos de lo que siempre fue nuestra seña de identidad, todo ello por obra y gracia del ego personal y la más vergonzante de las soberbias.

Y aun así, repito lo mismo que dije al principio, no hay nada nuevo bajo el sol. Estos personajillos han pululado alrededor de las hermandades por los siglos de los siglos y al final, pasan sin pena ni gloria, sus nombres se olvidan, y la hermandad permanece y los grandes hombres que las construyeron también. ¿Cuántos grandes elementos patrimoniales fueron desechados en Sevilla a lo largo del siglo XX? Ya saben, Sevilla, el paraíso de estos copiadores de lo superficial, que ya puestos podrían copiar lo realmente importante... ¿Cuántas de estas obras de arte fueron sustituidas, y lo siguen siendo, por otras cuyo valor artístico deja mucho que desear, por el ansia de algunos de pasar a la posteridad sea como sea? ¿Cuántas veces hemos leído que años después, muchas de estas hermandades que repudiaron su pasado, intentan recuperar lo que un día cuasi regalaron?  Lo triste es que si hay suerte y dinero, es posible recuperar un antiguo bordado que un mal día a alguien le pareció desechable, pero la idiosincrasia perdida, esa no se recupera nunca.

Mientras tanto, entre hachazo y hachazo de la cruda realidad, unos pocos seguimos confiando en que los sueños se cumplan y regresen a nuestras casas de hermandad los que nunca debieron abandonarlas, los que de verdad saben de esto y un día se fueron hartos de batallar contra viento y marea y la estulticia de dirigentes a los que alguien debería exigir unos mínimos, para desempeñar los cargos que ostentan; porque cuando algunos de los que de verdad saben de esto vuelvan, comenzarán a temblar las piernas de aquellos miserables que en su infinita cobardía se cebaron con los que quedaron en posiciones más débiles que la suya. Otros estaremos esperando en la puerta para recibirlos con el corazón abierto, la esperanza recuperada y un sincero abrazo.

Guillermo Rodríguez
@GuillermRodrigu


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