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martes, 16 de septiembre de 2014

La Voz de la Inexperiencia: Para volver a volver


Todo vuelve, aunque no siempre del mismo modo. Vuelven las clases, los amigos que desaparecen en verano, la rutina. Vuelven los quinarios, los triduos, las preparaciones, Glorias y demás. Vuelve, todo vuelve. 

Pensaba que la vida trataría de enmendar tantos momentos amargos que me ha hecho pasar estos últimos años. Un trago de soledad, un trago de tristeza, un trago de impotencia, y otro, y otro, y otro más. 

Estaba equivocada. Como casi siempre. Siempre asomada a la ventana, con el viento de cara esperando algo bueno en que pensar. "María, tengo que contarte algo". Me sobrecoge el miedo de nuevo. "¿Es malo?" Yo que pensaba que nada podía ir a peor. 

Así es. A peor. Peor. Peor. Peor. Pe... Tu abrazo. Ya estás aquí, pequeño. Pensé que no volverías, pero claro, todo vuelve. Volver a esperarte cada viernes. Volver. Para volver a volver. Y sí, acabo de encontrar algo bueno en todo esto. A ti. 

Te quiero conmigo cuando tenga que afrontar todo lo que vuelve, que vuelve de manera diferente... Cuando tenga que asistir a misa y ver un vacío en los bancos de delante. Cuando tenga que buscar a mi hermano para no rezarle sola a mi Padre por mi padre. Cuando tenga que cumplir una nueva promesa. Cuando tenga que asumir que hay derrotas que no entiendo. Cuando tenga que concienciarme de las ausencias que habrá en mi Domingo de Ramos. 

Y ahora os digo yo, después de tanta prueba, de tanto agachar la cabeza, de tantos errores, de tantos intentos de enmienda, una persona puede o no ser cristiano, un cristiano puede o no ser buen cristiano, un padre puede o no ser cristiano, pero nadie nunca podrá pisar a un padre cristiano porque ante todo es persona. 

Por último, mención especial a mi familia, a cada miembro de ella que abogó por esa Dulce de María, por ese Dulce Nombre, por mí. 

Tú, mamá, que me has visto crecer, que ves que soy una mujer. Tú, mamá, que ya emprendiste nuevos caminos, no dejes de volver nunca.

Tú, papá, que me das toda esa paz que me hace falta. Tú, papá, que vuelves a verme cada lunes recién levantada.

Tú, hermano, que por más veces que vuelves, más veces te tengo que ver marchar. Tú, hermano, que por más vueltas que dé la vida, siempre nos encontramos en la misma salida. Tú sabes cuál es... El escape de todo hortelano, las manos de Nuestro Padre. Piérdete en los ángeles de la corona Candelaria, allí nos encontraremos. 

María Giraldo Cecilia










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