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domingo, 14 de septiembre de 2014

Pasión prepara su Magna


Aquella noche de Viernes de Dolores, tras el traslado de la Virgen de la Soledad, obligamos al experto en Arte a mojarse por mucho que el agua case mal con los asuntos del incienso. Dejada aparte la fuerza devocional, orillada la unción sagrada si eso es posible y asumido el riesgo de que alguien nos acuse de musealizar o cosificar por unos instantes la fiesta más hermosa de la ciudad: ¿Qué imágenes pueden ser expuestas muy lejos de Sevilla por reunir un alto valor histórico-artístico y por tener capacidad de representar la Semana Santa? "No más de cinco", fue la respuesta tajante. ¿Y cuáles? "En crucificados, la Buena Muerte de la Universidad y el Cachorro. En dolorosas, la Estrella y la Victoria. Y de Nazarenos, sin lugar a dudas, el de Pasión. Me pides un diagnóstico estrictamente profesional, pues ya lo tienes". 


Pasión cumplirá en 2015 nada menos que 400 años. Y en esa efemérides hay mucho más que la conmemoración de la ejecución de una talla. La hermandad, con una evidente altura de miras, quiere capitalizar el Siglo de Oro, usar ese aniversario como aldabonazo para reivindicar todo lo que supuso el XVII no ya para las hermandades, sino para la ciudad, en lo brillante y en lo terrible, que de todo hubo. Esto no puede ser una efemérides del más de lo mismo: cartelito, pregoncito y tachiro-tachiro. 

Pasión asume un reto muy difícil, encargado al escritor Francisco Robles, que hará las funciones de comisario de la muestra y de coordinador de todas las comisiones. El objetivo es eso que los políticos de hoy llaman hacer ciudad, pero haciéndolo a través de una cofradía, que sería lo que los tontos del marketing denominan hoy una marca. Y la marca Pasión es en la Sevilla cofradiera de un prestigio y una exquisitez a prueba de frikis. 

Ni más ni menos que una gran exposición probablemente en el Sagrario de la Catedral.Y un ciclo de conferencias y actos culturales en el Patio de los Naranjos del Salvador. En esa gran muestra no podrán faltar la imagen del Señor (ya tienen los bajos de miras el traslado soñado, pero en andas), el Cristo de la Clemencia (que estuvo en el Pabellón de la Santa Sede en 1992), el Niño Jesús y La Cieguecita (que mucho cofraderío sigue pensando que es la que sale en el Corpus). Y a partir de ahí, sueñen con piezas de Montañés desconocidas por el gran público que andan por los conventos de Sevilla; con recitales de poesía de la época, con conciertos de música, con conferencias sobre la gran peste que dejó la ciudad con un cuarto de entrada y hasta con platos que se comían en aquellos años (veo a Enrique Becerra y Pedro Sánchez Cuerda buscando recetas en los legajos). 

Pasión prepara su Magna, convencida de que a través de su Nazareno se puede evocar una ciudad en la que convivieron el mejor pintor (Velázquez), el mejor imaginero (Montañés) y el mejor escritor (Cervantes). Que lo vaya a hacer una hermandad engrandece a las cofradías y calla las bocas del progrerío de escaparate. Pasión representa la Semana Santa, representa la mejor versión de la ciudad y tiene capacidad para simbolizar un gran siglo.








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