Guillermo Rodríguez. El pasado sábado fue un día inolvidable, que ya forma parte de la memoria colectiva de la Córdoba Cofrade y de la Historia de la Hermandad de la Paz y Esperanza de Capuchinos. Un día radiante con multitud de detalles, que serán recordados por mucho tiempo y en el que se recuperaron estampas casi olvidadas como volver a presenciar a la Reina de Capuchinos caminando por su barrio o saliendo del Palacio de la Merced, y algunas otras inéditas, que Dios sabe si alguna vez se volverán a repetir, como la Blanca Paloma atravesando los jardines de la Merced bajo el radiante sol de otoño, por una calle Deanes convertida e inmensidad o entrando en la Santa Iglesia Catedral por primera vez en sus setenta y cinco años de vida. Al paso de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza por Capitulares, el alcalde de Córdoba D. José Antonio Nieto en nombre del Ayuntamiento, hizo entrega al Hermano Mayor, D. Enrique Aguilar de la medalla de la ciudad. Nuestro compañero Antonio Poyato, acudió fiel a la cita para dejar testimonio de una jornada histórica a través de esta magnífica crónica gráfica. El Universo se inundó de Paz y Esperanza... una vez más.