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viernes, 24 de octubre de 2014

¡Vamos a expropiar mezquitas!


Ignoro quién es el propietario de la Catedral de Sevilla. O quién posee la Basílica del Pilar. O quién es el dueño del Obradoiro. Supongo que la Junta de Andalucía, el Gobierno de Aragón y la Xunta gallega. De no ser así, no acabo de comprender el empecinamiento de la izquierda andaluza por expropiar la Mezquita Catedral de Córdoba, en manos de la Iglesia católica desde hace algo más de setecientos años. Y ¿para qué la quiere?, ¿para que esté abierta y al alcance de cualquiera que quiera visitarla?: si ya lo está, magníficamente conservada, abierta en horarios de culto y de visita turística… ¿Entonces? Déjenme que piense. De no ser que la Junta gobernada por el PSOE e IU quiera dar satisfacción a las tradicionales diarreas anticlericales de varios colectivos y obligar a poner al servicio del rezo islámico toda una catedral católica, no se me ocurre otra pretensión, especialmente si lo primero que aducen las autoridades es que, a pesar del cambio de titularidad, la Iglesia seguiría gestionando tal impresionante monumento. Esa malicia me viene a la cabeza comprobando quién respalda la campaña nacional e internacional que un par de individuos han desatado por medio mundo: Junta Islámica e Instituto Halal, además de una buena serie de tontos útiles de la izquierda mundial. En viendo quiénes son y quiénes subvencionan…


Córdoba y su Mezquita es enormemente peculiar. Tras muchos años de gobierno comunista se ha extendido la costumbre de crear cientos de plataformas y movimientos con los más variados fines, aunque casi todos manejados por la izquierda local, ora tolerante, ora montaraz. La Plataforma para la Expropiación de la Mezquita no es más que otra de las muchas creadas en los últimos años la mayoría, absurdas, con la diferencia en este caso del éxito que siempre obtiene cualquier actividad anticlerical. ¡Quitarles la Mezquita a los curas! ¡Qué pelotazo! Poco importa que les argumentes que no hay una sola razón ni histórica ni artística para que la Mezquita Catedral no sea de la Iglesia. Y, lógicamente y por extensión, de todos los católicos y de quienes quieran visitarla (a los cuales no se les pregunta lo que creen ni lo que dejan de creer). Te aseguran que la titularidad pública garantiza su pertenencia a la comunidad y poco más y que la misma permite controlar la gestión y conservación del templo.

Pero en ello no puede haber duda alguna porque el monumento está como una patena y el Obispado ha invertido en su conservación veinte millones de euros en los últimos veinte años (la Junta, tres, y el Ayuntamiento, nada). Tú puedes expropiar algo deteriorado, en ruina (pagando por ello, por supuesto), pero no por un simple capricho político social, firmen cuantos firmen la proclama. El Estado de derecho garantiza mediante la acción de los tribunales que ninguna política de banderías te quite lo que es tuyo; es decir, que no venga aquí el mangante del Sánchez Gordillo o del Cañamero de turno a quedarse con lo tuyo ‘en nombre del pueblo’. El ordenamiento jurídico felizmente lo impide, y saben perfectamente los jefezuelos de la Junta que el caso lo tienen perdido. Otra cosa es que se quieran dar por enterados. 

De la misma manera que sería irracional (como dijo acertadamente Susana Díaz) suprimir el nombre de ‘Mezquita’ (cosa que no sé si ha llegado a proponer alguien), también lo es dejarse llevar por las reacciones viscerales y anticlericales de unos cuantos illuminatis. En 1236 se consagró la Catedral sin que ello perjudicara la bellísima arquitectura musulmana. Desde entonces, la posesión pública y pacífica ha correspondido a la Iglesia, la cual hizo posible la conservación del monumento que le ha valido la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Que no peligra, por cierto, como ya se ha encargado de aclarar el organismo internacional. 

Por lo tanto, que la Junta se deje de seguidismos estúpidos y se dedique a gestionar de forma más satisfactoria los museos y monumentos que tiene a su cargo. Y que piense en el ridículo que supondría ponerse ahora a expropiar los célebres Patios cordobeses. Titularidad pública y gestión privada, claro.Valiente partida de mamarrachos. Como si esto fuera una nueva Desamortización reclamada en masa por ‘el pueblo’.


Escrito por Carlos Herrera en el suplemento dominical de ABC, XL Semanal, el 11 de mayo de 2014









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