LO ÚLTIMO

lunes, 15 de diciembre de 2014

Enfoque: Criticar por criticar


Blas Jesús Muñoz. Habría que darle una vuelta al uso del lenguaje, llamar al ministro Wert, al exministro Gabilondo y a cuantos han pasado por esa cartera para que se dieran una vuelta por Facebook, Twitter y demás. Así verían el nivel real de un sustrato muy significativo de población que del diccionario conocen el nombre y poco más. De léxico y semántica, mejor ni hablamos.

Algún ejemplo hemos puesto en Gente de Paz sobre cómo no se debe escribir un comunicado. Y se me ocurre que, cada vez que trate en adelante este asunto, se podría poner aquello de "en capítulos anteriores". Porque cada nueva parte del serial supera a la anterior. En los últimos días, entre las decenas de respuestas que uno recibe a sus artículos, dos me han llamado la atención por su ortografía sinuosa, por no decir carente del más mínimo respeto a las normas escritas. Hasta un "haci" en lugar de "así". Por increíble que les parezca es cierto como la vida misma.

El denominador común de ambas dos era la crítica de la crítica. Es decir, se critica lo que un servidor escribe por criticar. Un engranaje pseudo filosófico con el que ni mi querido Renato Descartes se hubiese atrevido. Pero los dos sujetos si lo hicieron. Y, así (no "haci"), el primero elevaba a categoría de ley la información que tenía que haber adquirido antes de escribir el artículo en cuestión. Todo era por aquel "Cuando la desgracia se convierte en anécdota" o "La forma de tratar un atentado en Diario Córdoba". Y decía uno de los interpelados, vía red social, que un redactor de local no puede escribir sobre noticias de la provincia. Reconozco mi torpeza al no caer en la estimación de que la noticia es tan local (de pueblo) y tan habitual que se quemen Vírgenes, que un periódico o sus redactores le dediquen tres renglones. Lo mejor vino en la segunda parte de aquella conversación tuitera, cuyo último renglón, aun hoy, sigo intentando traducir tanto a nivel gramatical como a nivel de uso de las contracciones de vocablos.

El segundo viene al caso de Procesiones que no sirven para nada, la moda de las "extraordinarias". Tras un buen rato de lectura pude discernir lo que un amable internauta de Facebook me quería decir. Términos como "prosecion" , "haci", "echo" referido al verbo hacer. En definitiva, lo que se me viene a decir es lo mucho que nos gusta criticar. Personalmente, les diré que es lo último que a uno le gusta hacer (no "acer"), pues la crítica lleva implícita en sí misma una negación. Y la misma viene de otro modo de entender las cosas, mejor o peor, mas sencillamente otra concepción. 

Nadie puede extraer de cuanto aquí se escribe posicionamientos absolutos, categóricos o por mera imposición intelectual como se ven ejemplos en otros medios en los que, hasta cuando se loa, se está entreverando una opinión con objeto de marcar tendencia. Al contrario. Existen tantas verdades como personas, salvo si a la doctrina católica nos referimos. El problema radica en que, hasta hace una década y sobre todo a partir de su último lustro, aquí criticaban dos y de forma residual. Y, durante años, nos acostumbramos a la doctrina oficial (cómo me recuerda éso a los soviets y al órgano ejecutivo del PCUS), al todo es bonito, al todo vale. Ahora existen voces disidentes y, mientras en otros enclaves de nuestra geografía se ven como algo natural, aquí la crítica se la untan muchos en el pecho, se dan golpes y se asume como ataque personal.

Ni me gusta que a Don Bosco, al que tantas misas le recé y tantas canciones me hicieron cantarle, lo saquen en procesión en un delirio cofrade-revolucionario que parece pretender tomar las calles en procesión. Ni concibo que al traslado de una hermandad por causa de la quema de su Virgen se le dediquen tres líneas y no se haga un dossier como se hace con el "asunto mezquita", o el "asunto Villalba", o el "asunto inmatriculación".

No es criticar por criticar. Es contar aquello que está sucediendo y no lo que conviene que creamos que ocurre.







Hoy en GdP