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viernes, 5 de diciembre de 2014

Enfoque: La conciencia de un pueblo



Blas Jesús Muñoz. Aquel día, un cuatro de diciembre, mataron a Caparrós. Aquel día debería estar inscrito en nuestra historia no solo como el rojo de un calendario o como la conmemoración de una tierra que siempre entendió la vida, más allá de la conmemoración, en su doblez más sencillo, en el de la sonrisa franca, en la alegría dibujada sobre el horizonte.

Aquel cuatro de diciembre, con apenas tres meses de vida, qué podía yo saber acerca de lo que se estaba luchando, acerca de los derechos que pedía -casi por vez primera- un pueblo casi siempre sometido. Qué iba yo a saber de aquella bala que fue a alojarse bajo la piel de un hombre, de un obrero que solo iba a manifestarse. 

Ahora que en Andalucía vemos las cosas con naturalidad, no nos detenemos a pensar en nuestra pequeña porción de suerte ni en el caudal inmenso que poseemos. Pues poseemos una fe que se sale de los sagrarios para ir a buscar al que busca a Dios a pie de acera. Una fe que cobra forma antropomórfica, humana y divina, que nos lleva a las iglesias, pero que construye templos en el corazón mismo de nuestras ciudades. Unas cofradías que nos brindan la oportunidad de aunar tradición y futuro con la misma naturalidad de nuestra forma de entender la vida. Unas cofradías que, a diferencia de otros puntos de la geografía, llenan bancadas y rezan a la par que son la mirada limpia de su pueblo. 

Hoy es cuatro de diciembre. Uno más en estos 37 años de lucha por nuestra propia identidad. Que nadie nos tutele jamás. Que no nos convirtamos en el esperpento que los demás quieren. Que entendamos la riqueza y la diversidad que nos distingue como pueblo.







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