Verán, siempre he sido de una opinión. Más allá de que cada persona tenga una dosis mayor o menor de humildad, vanidad, orgullo, ganas de protagonismo, etc, etc, etc, creo, que lo que principal ha de tener un cofrade, no el bueno, ni el mejor, sino "el cofrade", el de toda la vida, es la educación pertinente. Educación cofrade, claro está.
Hay muchas cosas que me enseñaron mis padres y los que me rodearon en mi niñez, niñez cofrade. De entre todas ellas, hay una que no tuvieron que enseñarme.
Claro está que el cofrade, "como el arbolito, desde pequeñito". Y que el cofrade no puede estar, y más en su niñez, ni ciego, ni sordo. Hay cosas que no se enseñan, que se ven, se aprenden por sí mismo. Pueden darte mil consejos, pero también, hay personas a las que siempre ponen como ejemplo.
Con mis padres, en tertulias cofrades con amigos, han salido muchísimas veces las formas de hacer las cosas de algún que otro Hermano Mayor, persona destacada de esta o aquella Junta de Gobierno, o simplemente, HERMANO con mayúsculas.
Hay HERMANOS, que han donado todo tipo de enseres a su Hermandad.
Hay HERMANOS, que han aportado inyecciones monetarias, y si a nadie se le ha ido la lengua, sólo los allegados de la Junta, el mismo donador y los Titulares, han sido los que se han enterado de este hecho, esta obra.