«Con corona o sin corona/ la
Esperanza es Macarena/ y por eso en mayo estrena/ luz de gloria su persona».
Con estos versos «el poeta macareno» –como lo definió en su presentación el
escritor Paco Robles– iniciaba anoche Joaquín Caro Romero su pregón testamentario
al «Dios Madre de la Macarena». ¿Han oído alguna vez referencia tan atrevida y
atinada a la vez para sustanciar su indiscutible primacía y Realeza? Porque «en
la Macarena –defendió el pregonero– Dios es más Madre que Padre».
Un testamento de amor a la
Esperanza firmó Caro Romero, que no de otra forma puede describirse la sublime
y postrera faena que brindó anoche sobre las tablas del Lope de Vega este poeta
después de haberse llevado «más de 50 años escribiéndole cartas de amor
platónico» a la que es un «ser vivo, divino y humano, con doble naturaleza». «A
partir de ahora me tienes en la reserva», le dijo a la Macarena, cual torero
que se corta la coleta.