Hay algo que me viene llamando la atención desde hace algún tiempo. La desidia está a la orden del día, cuantas veces podremos verla plasmada en las redes sociales, no se leen nada más que lamentos.
Sin duda, no son los mejores años vividos estos últimos, aunque ésa es una forma muy pesimista de ver las cosas, digamos que han sido algo más dificultosos que el resto, pero no imposibles, al fin y al cabo, aquí seguimos ¿no?. Alguien muy cercano siempre me repite “no hay nada como tener a alguien alegre a tu lado” y es cierto. ¿Quien no ha tenido un mal día y lo último que le apetece es tener que escuchar las penas ajenas? El problema está cuando la mayoría de la gente cae en este bucle y ya nadie habla de la alegría de vivir, como si de una pandemia se tratase. Nos vamos contagiando los unos a los otros de un pesimismo lamentable. Por supuesto yo me incluyo en ese bucle viral y no sería la primera vez ni la última en que, cada uno por nuestros motivos, nos vendríamos abajo.