Bordeaba el mediodía de un domingo diferente cuando una fotografía se clavó en mis pupilas y casi me sangran los ojos. Venía uno de buen humor. Pensando en la gran cantidad de chavales que, hacía un rato, veía acompañar a la Patrona y, casi, sentí ganas de felicitar al Presidente de la Agrupación (menos mal, menos mal que no me apresuré).
Pensando, también, en los amigos del Caimán hablando de niños que no reconocen a la Fuensanta y hoy, casi, le tapaban la cara a la Virgen. O en los amigos de lo "clásico" que parece les falta recomendar prescripción médica antes de sacar una procesión.