Blas Jesús Muñoz. La acepción contemporánea de las cofradías nos ha traído nuevas definiciones de lo mismo de siempre, pero con fotos en Facebook o enlaces acortados en Twitter. Bien pareciera que el típico perol o día de campo buscando espárragos, se haya trasladado de la sierra a la casa de hermandad.
Así, con la llegada de las fiestas no han sido pocos los mensajes y/o reportajes fotográficos, dando cuenta de perolatas, pancetadas y no barbacoas porque hace mucho frío y como que no pega. Hay tantas imágenes y gratitudes que se nota que no se trata de cultos. Esos se publicitan menos.
Puro marketing castizo o pura necesidad, pues con tanta oferta gastronómica (no de estrella Michelín, pero comida al fin y al cabo) parece darse a entender que la única forma de atraer al personal es al olor de la comida como atrae el de las sardinas a los gatos.
Concepto contemporáneo que se intenta disfrazar bajo la palabra convivencia. Por si hay algún novato en estas lides convivencia equivale a comilona (como la que nombrábamos hace unos días en la sede de la calle del Lodo). Parecemos un campo de refugiados sin exiliados políticos, pues en este caso a los expatriados no se nos invita a este tipo de eventos. Esa suerte qué tenemos.
Recordatorio Enfoque: Propósitos para el año nuevo... 2016