Blas Jesús Muñoz. Antes de la llegada de la Cuaresma, dos cofradías, del Martes Santo y del Domingo de Resurrección han dado ya lustre a sus nuevas adquisiciones patrimoniales: Santa Faz y Resucitado. De una parte, la corporación de la Trinidad presentó en diciembre el frontal de la bambalina de su Titular mariana. Mientras que, de otra parte, la hermandad de Santa Marina engalanará su guión y a su Titular con un sine labe y una saya, respectivamente.
Dichos estrenos han tenido un denominador común que no es otro que el diseño del artista cordobés Rafael de Rueda, cuya fama y prestigio ha trascendido, desde hace tiempo, las fronteras de la ciudad, para realizar diseños por buena parte de la geografía andaluza. Especialmente en Sevilla, donde ha elaborado trabajos realmente notables para cofradías de la envergadura de Macarena, Exaltación o Cigarreras.
Bambalina de la Santa Faz
Enmarcado dentro de un ambicioso proyecto como es la realización del palio completo, el frontal de la bambalina de la Virgen de la Trinidad se halla realizado sobre terciopelo azul, pretendiendo ser una pieza emblemática en cuanto se refiere a nivel de la imagen proyectada por la cofradía.
Además, esta pieza está inspirada, por su parte, en el llamado "preciosismo", cuya corriente artística recorrió la Sevilla del siglo pasado. Un estilo por medio del que se persigue obtener los volúmenes de la orfebrería, aplicada a las técnicas de bordado y que dotan a la pieza de una profundidad notable. Tratándose de una obra sustentada catequéticamente en torno a la simbología iconográfica de la Santísima Virgen y el Misterio de la Trinidad, el cual quedará expresado en las diferentes fases que se irán elaborando y que alternará los colores azul y rojo.
Saya y Sine Labe del Resucitado
Al igual que en el caso de la bambalina de la Santa Faz, la ejecución de estas piezas se debe al reconocido bordador astigitano Jesús Rosado Borja.
Guardando un denominador común, tanto saya como sine labe, en cuanto a su diseño, la particularidad de la segunda de las piezas estriba en su fisonomía, inédita en la ciudad de los Califas y alejada de la estructura de simpecado que se acostumbra en esta ciudad.
Nos encontramos pues, ante dos obras de altura que la Hermandad del Resucitado pondrá en liza cuando la Semana Santa ponga su broche y que, no cabe duda (al igual que en el primero referido) dan cuenta del buen hacer y tesón patrimonial que algunas de nuestras corporaciones penitenciales continúan realizando.
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