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martes, 24 de febrero de 2015

Entre la Ciudad y el Incienso: Abrazado a la Cruz


Blas Jesús Muñoz. Transitar desde la otra orilla de la ciudad se asemeja a un devenir constante que fluye por las arterias mismas de la urbe, inconsolable, de Lunes Santo. Un Lunes que rasga la arteria del río, al paso del Señor de la Vera Cruz, mientras desde la lejanía la estampa del abrazo al martirio se enmarca en el pretil de un puente de que atestigua suspiros, quehaceres y siglos.

Desde la caída del piso hasta el arco donde se cruzan los caminos, los recuerdos retoman el mapa de las emociones que guardamos para cuando tocan. Mientras las cornetas abundan con su eco en el cielo, llamando a los mismos Arcángeles a celebrar su gloria, sobre el ras del suelo -abrazado a la Cruz- su promesa se eleva más allá de donde los hombres alcanzamos a comprender.

Donde habita la ciudad ya no habita el olvido. Donde hubo silencio el metal lo quiebra. Donde hubo recuerdos hay cortejos que buscan -por un instante de luz- avivar la llama del presente. Donde hubo estampas ahora están la imágenes que nos invitan al camino. Donde estaba el puente, quieto, ahora no es más que un estrato de la historia de la procesión de la Vera Cruz, de su señor, abrazado a la Cruz.










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