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lunes, 9 de marzo de 2015

Enfoque: Un cabildo de ciencia ficción


Blas Jesús Muñoz. La narración de los hechos que, a continuación, se relatan no están basados en hechos reales. Cualquier parecido con la realidad será pues mera y anecdótica consecuencia. Se trata de un relato inspirado en H.G. Wells, adaptado al ámbito cofrade y a una de sus parcelas como lo es un cabildo de hermanos. Disfruten:

Carlos llegó a la puerta de la casa de hermandad como cada año lo hacía para asistir al cabildo ordinario. Era un hermano muy cumplidor, motivo por el cual siempre acudía a la hora que se establecía en primera convocatoria, a diferencia de muchos de sus congéneres de cuota que llegaban, como pronto, a la hora establecida para la segunda. 

Al llegar, no pudo dejar de observar que el hombre que estaba apostado delante de la puerta no era conocido por él. Le extrañó, pues casi todos quienes solían acudir allí eran conocidos por él. Cuál no sería su sorpresa cuando, al intentar entrar aquel hombre se identificó como miembro de la junta de gobierno y le pidió sus datos para poder tener acceso. 

-¿Cómo? -gritó una voz dentro de su conciencia.

Contrariado, pero sumiso -Carlos no era persona de conflictiva- obecedió. Enseñó su DNI y le apuntaron los datos, mientras nuestro protagonista se cuestionaba, si aquéllo no iría en contradicción con la Ley de Protección de la que tanto se habla. Una vez cumplidos los requerimientos, Carlos tomó asiento sin saber que lo mejor estaba por venir.

Durante unas tres horas nuestro protagonista creyó haber traspasado el umbral de una puerta dimensional. Quienes se hallaban dispuestos en la presidencia parecían hablar, a su entender, en un idioma extraterrestre. Creyó oír a alguien decir que no sabía de contabilidad. Frase que hubiera sido cotidiana, de no ser por el detalle de que, quien la pronunció, Carlos creía que era el encargado de realizar las cuentas. También, le pareció escuchar que nadie sabía decir con exactitud cuánto costaba mensualmente el local donde estaban celebrando esa reunión. Hasta le pareció que alguien dijo algo así como que aprobar aquéllo era de buenos cristianos.

Eran las tres de la mañana cuando miró el reloj. Estaba en su cama, empapado en sudor como consecuencia de la pesadilla que acaba de tener.

-Todo ha sido un mal sueño -se dijo.

Sin embargo, algo se nublo en su mirada cuando entre las sábanas creyó ver un papel con asientos contables donde estaban relacionados los gastos e ingresos de su hermandad, con la fecha del día anterior en el membrete.











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