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sábado, 16 de mayo de 2015

Enfoque: Cuatro décadas al calor de la corneta


Blas Jesús Muñoz. ¿Se imaginan una banda en Córdoba, por ejemplo, con cuarenta años de trayectoria? ¿Se imaginan casi medio siglo viendo avanzar en el tiempo a una formación musical? ¿Se imaginan oírla tocar la última Semana Santa, mientras se recuerda la primera vez que escucharon sus sones? ¿Se imaginan que ese mismo tiempo en lugar de desgastar evolucione cada nota musical? No lo imaginen, pues lo tienen en la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol.

Cuando los orígenes de esta Asociación Musical hispalense construían su principio, quien les escribe, aun no había nacido. Motivo que propicia que, para un servidor, la banda del Sol sea una parte integrante, que no se puede desligar, de su Semana Santa, de los recuerdos que atan a las cofradías a su música, tan mágica.

A mediados de la década de los ´70 del pasado siglo, la Semana Santa estaba cambiando para siempre. Su auge era el embrión de una actividad que ahora es palmaria. Más allá de sus aspectos negativos, los positivos es imprescindible ponerlos en valor porque de ellos concluimos el porqué de cuanto nos mueve a perseverar y seguir de frente, al son del tambor, a quejío de corneta.

Que una formación musical consiga sostenerse a lo largo de cuarenta años, no resulta un hecho baladí. Siempre es motivo de alegría, felicitación y reconocimiento del trabajo bien hecho. No es una congratulación gratuita, pues quien ha sido parte implicada conoce de sobra los sacrificios, los sinsabores, el frío y el calor de los ensayos. Y, sin embargo, el incomparable calor de la corneta.

El Sol cumple cuarenta años y, en cada aniversario de cada año, queda el poso de los sueños que se cumplen, de las cosas bien hechas, de la locura o la ilusión que nos mueven hoy a transmitirles nuestra más sincera enhorabuena.








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