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miércoles, 6 de mayo de 2015

Enfoque: Meando iglesias‏


Blas Jesús Muñoz. La incontingencia urinaria, convertida en icono publicitario por Concha Velasco, es tan antigua como la humanidad que la ha sufrido en vejiga propia. La edad o los problemas con la próstata son males que aquejan al hombre moderno. La ingesta de alcohol y no entrar a un servicio y usar la calle cual inodoro es, como poco, una muestra de malísima educación.

Y así nos encontramos con escenas escatológicas (no en el sentido de la teología de los últimos días) en cada celebración que tiene lugar en las calles, que para algunos son como un WC gigante. Y no importa ni el sitio ni el lugar ni la hora ni que alguien te esté inmortalizando con su teléfono.

Tampoco importa que haya un servicio al lado que, aunque no sea tan bonito, dicen que se inventó para dar más higiene al tema de la orina, aunque quizá se trate de otra leyenda urbana. Leyenda que reza que si puedes colocar el servicio en un sitio neutro, no lo hagas y ponlo debajo del azulejo de un Cristo, por ejemplo. Creo que no hace falta más opinión sobre esto último, ¿no creen?

Presumimos de Cruces, de Patios, de lo bonita que es Córdoba en Mayo y, si me apuran, hasta de Semana Santa. Sin embargo, y nunca mejor dicho, nos meamos sobre nuestras propias afirmaciones (o algunos lo hacen), mientras que nadie parece capaz de ponerse serio y cuando ve a algún individuo hacerlo no es capaz de abrir la boca. Prometo que si veo a alguien serigrafiar con su urea el muro de un templo, probará la mía. 








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