Miénteme aunque te duela, como diría Luz Casal. Miénteme y seré feliz en mi ignorancia y entonaré el manido refrán que habla de los ojos que no ven. Miente y di que la Muy Cainita Ciudad de Córdoba tiene los mejores políticos, que sus alcaldesas no fueron fruto de la causalidad cuando ya parecían zombies del partido, que sus exalcaldes no parecen maniquíes sacados, mitad de una tienda de pañerías, mitad de un campus informático donde el photoshop era el monotema.
Miénteme, miénteme mucho, sin demayo ni pausa ni freno. Miente con frenesí y dime que las crónicas idílicas de los periódicos siempre cuentan la verdad de lo que pasó en pleno municipal, en la procesión y en el confesionario. Miente y susúrrame al oído bellos versos del último pregonero que lidió en atril y llenó de orgullo a quienes lo pusieron. Miénteme, te lo pido.
Dime que las acreditaciones para fotografiar en la Catedral durante la Magna no se la dan a los amigos y a los profesionales, o a los profesionales y los amigos que son la misma cosa y luego las veremos en su web de fotos y noticias copiadas que no lleva su nombre aunque crea el de su hermandad que le pertenece. Miente con descaro y dime que quien porta la nueva toga negra no es el protector, cual Stallone bendecido, del introductor de "la" Internet cofrade.
Miente amor mío y hazme ficticia esta noche en que nos abraza la luna llena de frío e incomprensión. Miénteme y cuéntame como paso la irrealidad que todos se creen y que, en su tramoya, esconde los guiones de las películas de bajo presupuesto y de Serie Z, pues la B es demasiado elevada hasta para ellos. Pronto llegará el amanecer y sorprenderá a alguien viendo en YouTube reproducciones de antaño, de hace un mes. Amanecerá y la mentira se desvanecerá con las primeras gotas de sol radiante y, espero, que nadie me vea en tirantes cual costalero díscolo que será sancionado por jurar la bandera de España.
Llegará el mediodía y el bostezo y todo se olvidará. Las crónicas hablarán de un mañana peor y de un ayer idílico. Será todo una mentira pactada, como esa que busca consuelo en la fe de falsos ídolos y entonces, por más que me mientas, todo estará ya vacío.
Blas Jesús Muñoz
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