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martes, 28 de julio de 2015

El Cirineo: Un ratito de soberbia


A lo largo y ancho del tiempo en el que existe esta bendita locura que se llama Gente de Paz, nos han acusado de multitud de cosas, a saber, de “atacar a nuestra hermandad” ignorando sistemáticamente todas las aclaraciones ofrecidas sobre nuestra independencia de cualquier corporación concreta más allá de la querencia individual de cualquiera de nosotros, de “inventar información”, aún habiendo demostrado de manera incontestable ser la página con mayor número de primicias publicadas (que no exclusivas) de nuestra área de influencia sin ningún error que poder atribuir a nuestra sección de información a pesar de ciertos desmentidos que uno tras otro terminaron confirmándose, de “mezclar política y cofradías”, como si fuesen materias que jamás pueden ir unidas, sobre todo cuando desde ciertas orientaciones ideológicas se ha elegido a la iglesia (a la católica, contra otras confesiones no tienen lo que hay que tener) y a las hermandades como el muñeco del pim pam pum al que atizar para demostrar lo progresistas que algunos individuos son (se ve que todo lo que no sea poner la otra mejilla escuece a cierta panda de antidemócratas) y por último de “sacar la basura de debajo de las alfombras cofrades”, culpando inexplicablemente al que difunde lo que ocurre y no al protagonista del escándalo de que exista suciedad en el universo cofrade, como si ocultar la realidad lograse su desaparición.


Para bien o para mal, cuando se está en el ojo del huracán es inevitable que se coleccionen legiones de seguidores y de detractores, como bien dice mi admirado Julio Dominguez Arjona. Esto es indiscutible y debe ser asumido por quien desee ocupar su tiempo en estos menesteres y por ello así lo hemos hecho desde el origen de nuestro tiempo, lo que no se contradice con el aburrimiento que provoca escuchar una y otra vez los mismos manidos argumentos (por llamar de algún modo a ciertos pataleos infantiles) ni con que los oídos rechinen de cuando en cuando ante acusaciones de determinada naturaleza que carecen de cualquier fundamento más allá del odio exacebado que la defensa de la verdad despierta en ciertos sujetos o la envidia que desarrollan algunos cuando un puñado de amateurs ejercen el intrusismo con más éxito del esperado y desde luego mucho más del que sería deseable. Acusaciones que por otro lado no superarían cualquier mísera prueba del nueve al que fuesen sometidas.

GdP ha desarrollado en este tiempo un sello peculiar, no me atrevería a denominarlo único, sería muy soberbio por mi parte además de inexacto, pero desde luego reconocible y genuino, en el que se basa su éxito como formato. Cualquiera que nos siga es consciente de ello. Tenemos una sección de opinión que se desarrolla con absoluta libertad de quien firma cada texto, lo que en sí mismo ya es mucho más de lo que otros medios que condicionan a sus redactores pueden afirmar, que se moja en los asuntos que trata y huye de los posicionamientos tibios, por no decir cobardes, a los que otros nos tenían y tienen acostumbrados y somos terriblemente arriesgados con la información que manejamos, por eso muchas veces hemos sido los primeros en dar muchas noticias y también por eso estamos sometidos al error, que algún día llegará. Somos no obstante responsables y cuidadosos con los datos que manejamos de tal modo que jamás hemos publicado noticia alguna que no haya sido convenientemente contrastada, lo que se deriva en que muchas de la que nos llegan jamás vean la luz a causa de no haber podido ser sometidas a dicho contraste. Por eso, por ejemplificar, no hemos publicado noticia alguna sobre consiliarios cabreados o presuntamente dimitidos a causa de los tejemanejes de cierta junta de gobierno con determinado partido político… lo que no se puede demostrar fehacientemente no tiene cabida en GdP, lo que no quiere decir que no lo sepamos, haciendo válida en numerosas ocasiones la máxima de que “valemos más por lo que callamos que por lo que contamos”.

Hemos demostrado que no sólo en la ciudad de la Giralda se consume información cofrade 365 días, obligando a webs en la que escriben profesionales a hablar sobre cofradías doce meses al año, algo impensable hace sólo un par de primaveras, cuando sólo se escribía sobre hermandades en Córdoba en Cuaresma y poco. Ahora, en la versión local de todo un trasatlántico de la información sobre cofradías, se ha creado una sección cofrade y se escribe sobre esta temática hasta en verano, convirtiendo en habitual algo que hace nada hubiese sido insólito. El verano pasado, sin ir más lejos, quien escribía sobre hermandades en dicho medio se declaraba de vacaciones hasta septiembre. Permítanme la inmodestia de pensar que parte de culpa en ello tiene GdP y que hemos obligado a algunos a no desatender un espectro que goza de un demostrado interés. Sólo por eso, algunos de los que nos reprueban deberían estar agradecidos. 

Adicionalmente, diarios con una indudable tradición socialista tratan de cofradías y hasta de sanciones a costaleros en pleno mes de julio entre reclamación y reclamación de la titularidad pública del mayor templo de la diócesis e incluso una web local que tiene como seña de identidad una clara e inequívoca orientación a la izquierda, de la que hace gala cada vez que la ocasión se presenta y que adereza con un abierto posicionamiento a favor de la expropiación de templos católicos, cuando estos pueden ser rentables económicamente hablando, jamás cuando el coste de su mantenimiento es manifiestamente superior a los hipotéticos ingresos derivados, han creado una sección cofrade cuyo nombre me suena una barbaridad, cosa de las coincidencias metafísicas.

Sea como fuere, y vuelvo a pecar de inmodestia, tendré que confesarme con urgencia, es indiscutible que GdP ha dinamizado el universo cofrade en nuestro entorno más cercano, esto no pueden negarlo ni nuestros enemigos más recalcitrantes, los ácidos e inteligentes y los cobardes que se esconden tras seudónimos y que aun no han aprendido lo que es la moderación de comentarios, ni que los insultos jamás serán publicados, a los que reto a que expongan su opinión a cara descubierta, no tras un nombre ficticio, ni una cámara de presunto canal de información local, que algunos son torpes hasta para esconderse. Debatir cara a cara no está al alcance de todos, esta es una verdad científicamente demostrada, sobre todo para algunos personajillos que llevan años escondiéndose de sus propios vecinos. Por cierto, ¿se imaginan lo divertido que sería desenmascarar a quienes se esconden tras el seudónimo cobarde?. A lo mejor San Martín está más cerca de lo que algunos creen...

La cuestión es que los que estamos navegando en este barco, en el que cada día somos más, tenemos claro que el camino es el adecuado, y que el tiempo y los hechos se empecinan en otorgarnos la razón. Por eso, si en un proceso electoral, desde el entorno de una de las candidaturas se insinúan ciertas actitudes del oponente que sólo deberían avergonzar a quienes amenazan con airearlas, allí estará GdP para contarlo y para tomar partido por lo que considere justo, desde la más absoluta subjetividad, que es la esencia misma de la opinión. Si se produce un presunto pucherazo en unas elecciones, no encontrarán silencio en GdP. Si se expulsa a un capataz porque determinados individuos utilizan la venganza para cobrar facturas pasadas, no será en GdP donde se ocultará la verdad de lo ocurrido. Porque podrá gustar o no lo que hacemos y del mismo modo que cada lector tiene la libertad de elegir con qué ocupar sus ratos de ocio, incluida la inexplicable actitud masoquista de leer lo que se detesta, desde este humilde rincón de libertad, continuaremos ejerciéndola contando la verdad, por mucho que moleste al poderoso con cargo político, vara cofrade, llamador o sotana.

Así somos y así seguiremos mientras que la llama de la ilusión por cambiar este mundo que nos rodea permanezca latente, pese a quien pese. Que no le quepa duda a nadie.


Guillermo Rodríguez












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