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martes, 28 de julio de 2015

Enfoque: Los nuevos patriotas cordobeses


Blas Jesús Muñoz. El pasado domingo tenía la reincidente costumbre de leer un artículo de Cordópolis, esa web tan afín a desmontar celosías y a recoger firmas para que no le quiten la titularidad a la Iglesia de lo que es suyo. En su ironía desmadejada como el pelo de la Igartiburu, El Cirineo de Córdoba ya mismo se extenderá por la patria, que no la piel de toro que eso da grima, y si acaso utilizan el término patriota será porque Pablo Iglesias se quitó el complejo basado en la incompatibilidad entre ser de izquierdas y español. Y ahora, los que ya le van a la zaga, lo mismo hasta lo copian o lo están copiando.

Sin desviarnos demasiado de la cuestión, Alfonso Alba firmaba un artículo en el que defendía, todo veladito como la luz que se deja entrever por una celosía, la celosía. Redundancia al poder, como al poder de la pesadez del año y pico que llevamos con titularidades, gestiones públicas y ahora puertas de madera a las que se tilda de obras de arte, al integrarlas con descaro e inconsciencia con el resto de un monumento al que, si no desmerecen, no se pueden comparar en alguno de sus extremos.

Sin embargo todo es velado. Si no me creen lean: "De la Hoz, que está defendiendo con uñas y dientes la memoria de su padre, dio una rueda de prensa el martes en la que en todo momento se mostraba a favor de que la Semana Santa se trasladase al Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral. Yo me sumo a su propuesta".

Unas líneas más adelante, el misterio se destapa en su realidad mal ocultada: "¿Está preparado el monumento para el paso de miles de nazarenos y pasos de Semana Santa con sus velas? ¿Se ha hecho algún estudio de seguridad al respecto? Y otra: ¿Va estar la Mezquita cerrada al turismo durante toda la Semana Santa?"

El turismo, ese oscuro objeto que justifica todo. Un ejemplo, si el desempleo desciende en verano el gobierno se autocomplace y la oposición critica lo suyo porque el empleo lo genera el sector turístico que crea empleo precario ¿En qué quedamos? Fácil. Se quiere y defiende una gestión pública para coger a dos manos el trozo de tarta y llevárselo apresuradamente a la boca. Poco importa, créanme que el monumento en cuestión, antes que monumento, haya sido siempre templo, desde San Vicente hasta Santa María de la Asunción. Y que ese uso religioso es el que lo ha traído en perfecto estado hasta nuestros días.

Dos ejemplos o tres para concluir y de los que nadie hace retrospectiva (a lo mejor, el Señor Alba le doy una idea). Santa María de Gracia fue demolido para crear una plaza que es un horror en pleno entorno fernandino (tan defendido últimamente en esa web). La Banda Municipal se cambió por una orquesta que, pese a dar mucho caché es deficitaria ¿Sabe quién era Alcalde? 










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