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martes, 18 de agosto de 2015

El día en que González Jurado realizó su obra maestra


Blas Jesús Muñoz. Hay momentos que, antes de que te des cuenta, te cambian el destino y te ponen en un camino diferente. En el caso de algunos de nuestros imagineros contemporáneos, llámese la Virgen de Guadalupe para Álvarez Duarte, llámese la Virgen de la Caridad para el cordobés Miguel Ángel González Jurado.

"Es la Virgen que tiene más ángel -como dirían los sevillanos-. Es la imagen contemporánea con más pellizco. Es posible que el autor nunca lo consiga de nuevo, como le pasó a Sebastián Santos con la Concepción. Hay imágenes que salen una vez en la vida y tuve la suerte que fuera para la cofradía de mi barrio. Tuve el honor de ver como la modelaba, semana tras semana. La he visto nacer".

Esas palabras sobre María Santísima de la Caridad definen, probablemente, lo que esa obra supuso para el devenir posterior de González Jurado. Una obra maestra, una de las imágenes marianas que, sin duda, definen mejor el rostro de Mujer de la Semana Santa de la Capital.

Hay otras muchas obras que hacen de González Jurado uno de los referentes de la imaginería cordobesa, pero hace más de dos décadas, un rostro cambió para siempre la semblanza de un arte, convertido en devoción que, sin duda, es la mejor carta de presentación de cualquier artista, su obra maestra.











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