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domingo, 16 de agosto de 2015

Enfoque: Incapacidad administrativa


Blas Jesús Muñoz. Hay un barrendero en mi barrio que viste con las ropas de una empresa llamada Sadeco. En dos años que llevo viviendo allí, no me creerán si les digo que aun no lo he visto barrer. En primavera y otoño lo he visto darle paseos al carrito como, si los presumibles residuos que hay dentro de los cubos con ruedas, fuesen un bebé que necesitara paseos. Lo he visto sentado en el Vial leyendo con su carrito al lado. Lo he visto desayunar, a la ida, y seguir en la misma posición a la vuelta de algún mandado, en el bar que hace esquina con Almogávares. Lo he visto con su sombrero de paja y su olor de poco amigo del jabón dando paseos a mansalva, mientras el suelo de mi calle sigue infectado de cagadas de perro, cadáveres de ratas atropelladas, papelajos y papelinas no porque no estamos en los ochenta.

Cuando vivía con mis padres veía a otro barrendero en otro bar, también hacía esquina, desde la hora del desayuno a la del medio y, a diferencia del actual, éste no se movía de allí y dejaba al carrito huérfano y desasistido. En mi antiguo barrio las sopladoras pasaban a cualquier hora que no fuera laborable para mantener despiertos a los vecinos que eran muy perros. Y no pocas veces vi a camiones de la basura acariciar coches aparcados o probar el motor del bicho con más potencia que el Mercedes de Lewis Hamilton.

Cuando trabajaba en bares no pocas veces me tocaba tirar la basura cuando el camión estaba haciendo lo propio del contenedor. Nos obligaban a reciclar, a separar (los plásticos con los plásticos como en los colegios de pago), bajo amenaza de multa. Pues bien, llegabas con tus bolsas y los recicladores te invitaban a echarlas en el mismo y único camión. Sin problema. Curiosa manera de reciclar made in Córdoba.

Durante bastantes años, los que más en democracia, Izquierda Unida ha llevado el control de esta empresa municipal. Y observando estos detalles y la consecuente gestión, creo que ya sé donde se halla el problema para conceder la licencia de obras para la apertura de la segunda puerta de la Catedral. Como parece que no saben gestionar empresas (a la postre son comunistas), tampoco parecen saber como se da una licencia y claro tienen que llamar a la Unesco a ver si ellos les explican. Después de marcar en su teclado el 5 (otras consultas), al ver que les respondían en inglés, ahora hay que esperar a que contraten a un traductor.






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