Redacción. Cada 24 de septiembre, San Antonio de Padua se convierte en un hervidero de fieles que se congregan para entregarle su amor verdadero a la Madre de Dios, la Virgen de la Merced, que descendió de su altar para estar muy cerquita de todos los que fueron a visitarla y sentir su cariño. Nuestro compañero Antonio Poyato acudió a su presencia para regalarnos esta excelente crónica gráfica.