Guillermo Rodríguez. Cuando se viven hechos extraordinarios, cada gota de la que se compone el caudal de los acontecimiento adquiere la condición de singular e infinita. Eso es precisamente lo que la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad está experimentando en estos días en los que se alcanza el punto culminante de las celebraciones con motivo de sus dos siglos y medio de existencia.
Conocedora de que no son precisas grandes alharacas externas para convertir en históricos los instantes que se viven en la cercanía de Dios, la hermandad de San Cayetano está celebrando unos cultos extraordinarios para conmemorar la efemérides, que se iniciaron la tarde del miércoles en su hogar de la Iglesia Conventual de San José y que culminará con el Pontifical que se desarrollará en el altar mayor de la Santa Iglesia Catedral el próximo sábado. Nuestro compañero Antonio Poyato, quiso ser testigo del evento realizando esta magnífica crónica gráfica.