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martes, 11 de diciembre de 2012

El Cirineo: Cambios de Rumbo


Estamos habituados a que las hermandades experimenten bruscos cambios de estilo que afectan a su devenir cotidiano y a la manifestación de lo que son cuando un día al año se convierten en cofradía. Partamos de la base de que no pretendemos en absoluto sentar cátedra ni expresar opiniones dogmáticas. No caigamos en la tentación de mostrarnos justamente como aquellos cuya actitud llevamos denunciando toda la vida. Estas líneas expresan únicamente nuestra humilde opinión, tan válida como la del que piense lo contrario. La excusa que motiva este escrito, es la reciente noticia de que la Hermandad de la Cena, que tiene su sede canónica en la parroquia del Beato Álvaro de Córdoba, ha decidido sustituir el acompañamiento musical del paso de misterio. Vaya por delante el respeto a ambas bandas cordobesas (leyendo ciertas cosas, parecería que sólo una de ellas es de esta ciudad) y nuestra profunda admiración a la hermandad, cuya evolución histórica es la sana envidia del mundo cofrade cordobés por sus aciertos, su presente y su futuro.

Tampoco pretendemos cuestionar una decisión en concreto, soberana por otra parte, sino, utilizando un hecho singular, hablar de, a nuestro juicio, un problema generalizado que viene afectando a las hermandades de nuestra ciudad en las últimas décadas. Probablemente en esta determinación hayan influido una serie de parámetros que no han trascendido oficialmente pero que pululan por los mentideros de la ciudad y que hablan de ciertas desavenencias en las últimas fechas entre una Agrupación que lleva acompañando al Señor de la Fe casi desde sus inicios y la Hermandad. Desde luego, puede ser perfectamente plausible que esto suceda. El tiempo puede ir desgastando las relaciones más perfectas y es absolutamente entendible que después de un largo caminar juntos, se decida sustituir una banda por otra. Lo que ya se nos antoja más discutible es el cambio de rumbo drástico que supone pasar repentinamente de Agrupación Musical a Banda de Cornetas y Tambores, con todo lo que ello conlleva, que no es poco. Dejando de lado el gusto personal, subjetivo e intransferible de cada cuál, parecería recomendable que modificaciones de este calado, nunca se vieran afectados por aspectos coyunturales y modas pasajeras. No aseveramos que sea esta la causa que ha determinado o influido en esta decisión concreta, pero si es factible que así haya sido en otros hechos similares de los que todos tenemos constancia.
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Verde Esperanza: Ser cofrade no es tan difícil


No pretendo con estas líneas imponer ninguna idea o establecer ningún tipo de dogma, no soy nadie para ello. Sólo pretendo decir algunas cosas que pienso sobre lo que implica ser cofrade. Para ello, considero conveniente señalar antes lo que NO es ser cofrade.

No es de ser cofrade escudarte en las advocaciones de tu Hermandad para menospreciar a las demás. Muchos olvidan el significado del concepto “advocación”. No es ni más ni menos que la referencia a determinadas escenas de la Pasión de Cristo o de los distintos momentos por los que fue pasando su bendita Madre. Por ello, quienes van diciendo eso que tanto escuchamos de “Mi Cristo” es mejor que… o es “el mejor”, pueden resultar tan hirientes como ignorantes. No hay ningún Cristo mejor que otro, puesto que todos son el mismo, sólo que representando distintos misterios de la Pasión. Exactamente igual ocurre con las advocaciones marianas, cuando por ejemplo escuchamos eso de “La Reina de…(cualquier localidad)” (¿las demás advocaciones qué son?). Que cada uno tenga su Reina particular, pero que no intente imponérsela al resto. Este tema me daría para otro artículo, así que prefiero no extenderme mucho. Los que no son cofrades (ni tienen idea de lo que significa serlo) olvidan esto muy a menudo. Las distintas advocaciones son los puentes que Dios nos tiende para acercarnos a Él. Es ilógico intentar hacer una competición de las advocaciones.

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