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sábado, 1 de diciembre de 2012

Con el látigo en la mano

Juan 2, 13-25. Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.....

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Ser cofrade


Qué extraño es el universo cofrade, que adolece de humildad, de abrazos desinteresados, de amistad y de hermandad…que carece de verdad; donde las miserias mundanas se hicieron hueco desde siempre y donde el espíritu limpio que un día se forjó, se fue tiñendo de oscuridad o huyó para no volver. Demasiados son los que llegan a servirse y no a servir, demasiadas sillas reservadas, demasiados azulejos con nombres y apellidos, demasiados intocables con altares en las esquinas impartiendo sabiduría entre el incienso de su corte…Marcharon cada vez más lejos los que llegaron con ilusión juvenil a ofrecer un pedazo de su vida… y mientras tanto, las casas de hermandad se llenan de pobres hombres que necesitan un cargo para sentirse importantes o que se sienten importantes porque tienen un cargo.

Más respetar a tu hermano
y menos golpes de pecho,
 querer ser mejor cristiano
y andar siempre por derecho.

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En el Carmen tu nido


Emigraste aquél invierno del nido de tu casa capuchina, dejando al barrio huérfano de tu esencia. Te fuiste sin hacer ruido, como se marcha la luna en mitad de la madrugada, acompañada por parte de tu rebaño, en silencio... y te encontré en un oasis que jamás había sentido mío, en un pedacito de gloria, en los arrabales de tu olvidado pasado, en un altar con aroma marinero, donde te arroparon con un manto de altruismo. Y hasta allí emigré para contarte mis cosas, como siempre... y aprendí a querer a la que extiende sus redes cada quince de julio por las calles de la ciudad. Y comprendí que por más lejos que te lleven, por más que pasen los años y por más recovecos que tengan los senderos que llevan a tu presencia, por los siglos de los siglos estaré donde Tú estés...

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