Qué extraño es el universo cofrade, que adolece
de humildad, de abrazos desinteresados, de amistad y de hermandad…que carece de
verdad; donde las miserias mundanas se hicieron hueco desde siempre y donde el
espíritu limpio que un día se forjó, se fue tiñendo de oscuridad o huyó para no
volver. Demasiados son los que llegan a servirse y no a servir, demasiadas
sillas reservadas, demasiados azulejos con nombres y apellidos, demasiados
intocables con altares en las esquinas impartiendo sabiduría entre el incienso
de su corte…Marcharon cada vez más lejos los que llegaron con ilusión juvenil a
ofrecer un pedazo de su vida… y mientras tanto, las casas de hermandad se
llenan de pobres hombres que necesitan un cargo para sentirse importantes o que
se sienten importantes porque tienen un cargo.
Más respetar a tu hermano
y menos golpes de pecho,
querer ser mejor cristiano
y andar siempre por derecho.
El fuego de tus palabras
se aventa con la mentira,
con el odio y la venganza
por la alegría enemiga.
Nunca será buena gente
quien dos caras necesita,
huyendo de ser valiente
por defender su conquista.
Cuando el rumbo se ha
perdido
por atajos no se halla,
que la verdad es el camino
que más esfuerzos depara.
Ser cofrade es mucho más
que ir de corbata y medalla
luchando por figurar,
sembrando nuevas batallas,
destrozando mi Hermandad.
Guillermo Rodríguez