Suspira el querubín entre los muros de un templo enclaustrado porque ha bajado a despedir a los amigos que se fueron. Nos dejaron pero su impronta quedará en la memoria de los que acaban de llegar entre la incertidumbre que les supuso saber si se quedaban.
Suspiros alados porque la llegada parece anunciar despedidas o caminos de salida. Puede que suenen las cornetas como al salir de una capilla sevillana que anuncia la entrada en Triana o puede que vuelvan los músicos que hasta hace poco estaban.
Suspira el Ángel porque sabe que hay nominados a dejar su cargo rodeado de alfileres o el que sirve para llamar a los costaleros a levantar el paso. Suspira porque la nominación parece hecha y la expulsión aun en el aire... la suerte está echada.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Es... Para ir al Obispado