Suspira el querubín en mitad de una nube porque se siente observado por otro de su misma especie que es más fornido y más simple. Estaba jugando con las nubes pero entiende que su manera de jugar con ellas no es entendida igual o, el que la entiende, la lleva o la trae porque lo entiende para chivarse al jefe.
Suspiros alados entendidos en un local que está a mitad de una cuesta abajo o arriba, según se mire, de los amigos de un candidato que se sirven de lo que entienden otros para ir a chivarse a otro jefe más terreno que vive cerca del río.
Suspira el Ángel porque a él le dan ganas de chivarse de los chivatos para que entiendan por las malas y les cambien una marcha fúnebre por una canción de Mónica Naranjo.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: El seminarista arrepentido