Esther Mª Ojeda. Como cada 15 de agosto, el popular barrio cordobés de San Basilio ha vuelto a traernos a nuestras calles la presencia y el fervor que suscita la Virgen yacente a la que su feligresía quiso llamar “Virgen de Acá” años ha para así distinguirla de la Virgen del Tránsito que hace poco volvió a ocupar su espacio en la nave derecha de la Iglesia de San Agustín y que también contaba con hermandad propia en el siglo XVIII.
De este modo, tal y como ha venido ocurriendo desde aquellos lejanos años en que la Virgen de Acá acudiese puntual a la cita con sus fieles erigiéndose como protagonista indiscutible en el día de la Asunción por los alrededores del Alcázar Viejo, esta antigua devoción ha logrado mantenerse fiel a la tradición que se forjó en la intimidad de un barrio que siempre aguardó con gran ilusión la llegada de este día para salir al paso de la Virgen de Acá a la que en cuyo honor también se celebraba una verbena.
Y así, a lo largo de las décadas y ya sin esos festejos populares con los que San Basilio parecía poder aislarse del resto de Córdoba, las generaciones posteriores supieron mantener viva una costumbre que finalmente traspasó los límites que la hacían exclusiva de su feligresía para traerla cada año hasta la Catedral sobre los hombros de aquellos que ya han heredado esta devoción y ante los ojos de toda una ciudad que cada año se reúne al encuentro de la dulce Virgen de los ojos entreabiertos.
Con igual expectación y doce horas de diferencia, Sevilla recibía con sumo respeto en la mañana de hoy a la venerada Virgen de los Reyes, también Patrona de la Archidiócesis, en torno a la que tantas leyendas e historias circulan y entre las que nunca han faltado las referencias a Fernando III “el Santo” o Alfonso X “el Sabio” como pilares de una tradición profundamente ligada a la capital hispalense.
El característico silencio, las típicas peregrinaciones desde los pueblos, las tres peticiones a la Virgen de los sevillanos por excelencia y el entorno de la Catedral conforman el marco devocional que ha ido alimentando una larga tradición que llegó a traducirse en la primera Coronación Canónica de Andalucía y que no se ciñe solo al encuentro del día de la Asunción, sino que por el contrario, la Virgen de los Reyes es una presencia constante en la vida de los sevillanos que se ven atraídos hasta su capilla durante todo el año.