Blas Jesús Muñoz. Hay conceptos que se resuelven en un momento preciso de la historia y cambian para siempre la comprensión del pasado. El Barroco andaluz se antoja como un magnífico exponente en la imaginería. Una disciplina donde Montañés, Mesa u Ocampo, entre otros, concibieron el arte de su gremio como un mensaje para el pueblo a través de las imágenes que gubiaron y que aun perduran y los sobreviven.
La irrupción de Luis Álvarez Duarte en la imaginería de la segunda mitad del siglo XX supuso, en principio, una brisa fresca que se adentran por las ventanas de los viejos talleres; para más tarde transformar el concepto y dotar al oficio gremial de personalidad propia, definida y más respetada si cabe.
Álvarez Duarte dotó de reconocimiento al artista por sí mismo como un inspirador de devociones que no conocen de fronteras, acentos y supo ponerlo en valor de tal forma que este arte ha florecido en numerosos lugares de nuestra geografía.
De las manos de Luis han brotado imágenes que brillan con luz propia y suponen un impacto y toda una señal identitaria. Luis Álvarez Duarte es el precursor de la imaginería contemporánea.
