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martes, 22 de septiembre de 2015

El Cirineo: Poli malo, poli bueno


Se reproduce hasta el hartazgo en miles de películas policíacas. Un sospechoso es introducido en una sala de interrogatorios y dos policías acceden a la misma para sacarle una confesión, uno de los agentes adopta la posición de duro, despectivo, amenazante, hiriente ante el presunto culpable… le presiona, le intimida, le acojona… y cuando el acusado está a punto de sollozar desesperadamente, entra en juego el compañero del tipo duro… y adopta la posición de comprensivo, de cercano, de auxilio para el pobre desgraciado que está a punto de sufrir las iras del chalado de su compañero, y como una buena madre aconseja al desdichado que entre en razón porque en caso contrario no podrá controlar su irracionalidad durante mucho tiempo, que firme lo que le echen por delante porque es preferible un perjuicio controlado que uno de consecuencias imprevisibles… y el acusado confiesa y firma hasta que mató a Manolete. Como bien dice una amiga abogada “más vale un mal arreglo que un buen pleito”

Llámenme loco pero como cofrade me siento como el pobre desgraciado que acaba firmando lo que sea por tal de que le dejen respirar desde que el nuevo equipo de gobierno de no ganadores tomo posesión del anillo de Sauron allá por la Feria de Nuestra Señora de Salud. Desde el primer instante, una colección de polis malos, iba a decir constelación pero creo sinceramente que la metáfora les viene bastante grande, comenzó a circular por diferentes medios de comunicación advirtiendo, amenazando y en ocasiones acojonando a un buen número de la parte de ciudadanos cordobeses que se autodenomina cofrade. La cera en el suelo, demasiados actos públicos a lo largo del año, cobrar por la utilización de la policía local, el belén municipal, la subvención, el coste del montaje de la carrera oficial, la segunda puerta de la catedral, la Velá del caimán (antigua Velá de la Fuensanta), la comparación de las cofradías con el dómino (dominó para el común de los mortales)… son sólo algunos de los asuntos en los que miembros de la corporación municipal que dirige (es un decir) los destinos de la ciudad de San Rafael han sacado a pasear su indisimulada animadversión contra todoloquehuelaaincienso, sin mostrar el más mínimo rubor y dejando meridianamente claro que se avecinan tiempos difíciles para creyentes y/o cofrades en esta bendita ciudad.

Si se fijan el único denominador común de toda esta parafernalia montada alrededor del odio visceral hacia nuestras cofradías, es la ausencia casi absoluta de la alcaldesa en todas y cada una de las salidas de pata de banco que sus compañeros de coalición han protagonizado. Solamente en el lamentable asunto de la expulsión del cuadro de San Rafael de la casa consistorial la regidora se ha señalado, muy a su pesar. Probablemente no siendo consciente de la que se iba a montar en redes sociales tras su anuncio, llámenlo desconocimiento, incompetencia o inocencia, la señora Ambrosio, tras quitar el crucifijo cuya presencia ocupaba el primer lugar entre las preocupaciones de la ciudadanía, manifestó que en aras de su defensa de ciudad laicista (que no laica, eso ya lo es Córdoba, con o sin su presencia), el cuadro del Arcángel, junto con todos los de temática religiosa, sería retirado del ayuntamiento, “para respetar la laicidad en el ámbito de lo público y para que todos los cordobeses puedan disfrutar de piezas que son obras de arte”, de lo que se deduce que solamente debe haber obras de arte en la sede de Capitulares de temática religiosa, sólo así se explica que el resto de presuntas obras artísticas que existan en el inmueble sigan siendo de disfrute exclusivo de elegidos y funcionarios.

La alcaldesa, en primera instancia, reculó con el rabo entre las piernas, asegurando a través de terceros que “nunca se planteó retirar el cuadro de San Rafael” como se preocuparon de cacarear en plena polémica sus voceros de Cordópolis, para volver a desdecirse cuando las aguas volvieron a su cauce, sacando a San Rafael tal y como había dicho en origen, disfrazando la medida de presunta restauración ineludible, seguida de una gira triunfal por diversos museos de la capital (el cofrade no por supuesto) para dilatar hasta el infinito su regreso al sitio que le corresponde, creyendo que los ciudadanos somos gilipollas y no nos damos cuenta del tocomocho.

Esta ha sido la única ocasión en que la regidora se ha señalado en primera persona en asuntos de temática religiosa o cofrade. Para la labor de minar el ánimo y hacer que a algunos les tiemblen las piernas ha utilizado a segundos espadas (alguno con complejo de primera) y ha evitado en todo momento meterse en el barro con el que sus compañeros se han ido embadurnando de manera constante en las últimas semanas. La acertada reacción, por fín, del máximo representante de las cofradías de la capital, plantando sus reales encima de la metafórica mesa de negociación, ha sido suficiente para que la socialista se disculpe de los desmanes de sus subordinados y colegas, admita que debe reunirse con los representantes de las hermandades y nombre a su segundo, antiguo cofrade y pregonero, enlace del ayuntamiento y las cofradías, al menos de manera oficiosa, lo que demuestra que hay quienes solo entienden un idioma cuando se trata de defender intereses, el de la fuerza… o como diría Torrente “comprobar quién la tiene más larga”.

Ahora son todo paños calientes e invocaciones al entendimiento y el diálogo, cordialidad y buenas palabras, pero ¿qué quieren que les diga?. A mi todo esto me suena a la escena de película que les narraba al principio, en la que varios polis malos han atacado, menospreciado, insultado, amenazado a las cofradías en la búsqueda de imaginar un escenario apocalíptico que algunos identificaban con la desaparición a medio plazo de la Semana Santa tal y como las conocemos, para que ahora salga a escena la poli buena, la compresiva, la conciliadora, la cercana, la amable… la amiga o la madre que pondrá un documento encima de la mesa que, ante la infernal alternativa, algunos estén dispuestos a suscribir a pesar de que implique un importante recorte de derechos adquiridos tras el esfuerzo y el trabajo desarrollado por décadas de cofrades.

Y en este punto, yo me hago dos preguntas: ¿Estarán nuestros dirigentes dispuestos a cualquier cosa con tal de que no vuelvan a salir a escena los polis malos con el látigo en la mano y el insulto en la boca o tendrán la cabeza fría para defender el status quo que nos corresponde y no dejar que nos engañen a todos? y por otro lado, y no menos importante ¿la táctica del poli bueno poli malo, estará consensuada por los dos partidos que forman el equipo de gobierno o por el contrario se trata de una estrategia unilateral de la señora Ambrosio para dejar que los “radicales” se estrellen mientra ella ocupa ese Edén prometido que los analistas políticos denominan “el centro”, ese que asegura la victoria electoral y al que parecían haber renunciado los socialistas desde el ascenso al poder del “chico de la Alianza de Civilizaciones”? ¿Estaremos los cofrades usados como peones para que los socialistas se merienden a los presuntos comunistas? El tiempo dirá, mientras tanto, ¿recuerdan cuando les decía que no nos íbamos a aburrir en este curso cofrade? pues solamente estamos en septiembre….


 Guillermo Rodríguez













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