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viernes, 2 de octubre de 2015

Enfoque: Chulería municipal


Blas Jesús Muñoz. La pedantería y la chulería nunca fueron de la mano, aunque haya quien se confunda. La primera es sintomática de cierta inteligencia, mientras que la segunda no tiene que implicarla necesariamente. De hecho, en ocasiones, ciertas dosis de pedantería vienen bien y ayudan a oxigenar las ideas ante el mare magnum de despropósitos que acumula la sociedad.

En mi clase de octavo de EGB (aquella pretérita enseñanza donde se podía repetir o tripitir curso, ¿recuerdan?) había un repetidor que era muy chulo y tenía que autoafirmarse maltratando a los alumnos menores que él, en total, la mayoría. Un día se empeñó en quitarme los rotring en clase de pretecnología y, con un argumento medianamente sensato se lo expliqué al profesor, quien lo obligó a devolvérmelos.

Al oído me susurró que fuera nos veríamos. Imaginen que yo que ya era poca cosa sabía cual iba a ser el destino de mi cara. Recordé los consejos de mi abuela y usé el cerebro. As si que piedra en mano a unos diez metros de la puerta del colegio se la lancé y salí por piernas que para eso tenía un físico privilegiado.

Ahora no se me ocurriría lanzarle una pedrada a un concejal por pavonearse en Facebook de su hazaña restauradora. Ni yo ni nadie que use la inteligencia puede defender la violencia, pero sí que se puede devolverle la foto con la de su cangrejo ante la Virgen del Socorro o recordarle que la aconfesionalidad y la laicidad son dos términos diferentes per se y que sólo los torpes o los interesados los confunden.

También cabe recordar que ya han tenido que pedir disculpas dos veces (aunque sólo sea para salirse a posteriori con la suya). Como cabe recordarle qué su gobierno hasta la fecha se caracteriza por la inoperancia, las declaraciones y los post o los tweet. Y que para eso es mejor y más sano vivir en la anarquía. Probablemente, después vengan las lecciones de moral como la de su plan de rescate faltando al respeto a los bancos de alimentos. Para gustarle tan poco, cada día se les nota más el empeño de soltar panegíricos en los altares.









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