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jueves, 5 de noviembre de 2015

Enfoque: A los que nos llaman colonizadores


Blas Jesús Muñoz. Hubo un tiempo en que a los colonizadores se los distinguía por la cruz y por la espada. Por el desdén del hombre civilizado que no respetaba otro tipo de civilización menos tecnológica que la suya. Por la fuerza de sus armas y lo implacable de su avaricia. Ya nadie recuerda a Fray Bartolomé de las Casas, ¿qué maldita falta nos hace?

Para algunos, con cuenta en redes sociales, los colonizadores somos los católicos amparados por el paraguas de nuestra Iglesia y a la caza del territorio sagrado y ciudadano de la Mezquita. Porque a todos les gusta más la denominación del uso que se le dio al espacio sagrado por los hijos de Damasco. Un recinto público, al que solo parece atender el derecho de una ciudadanía que, durante siglos, dejó que se derruyera la Medina que se halla a las faldas de la sierra.

Lo más curioso es que se agarren a la denominación islámica del espacio como a una bandera de pluralidad (baste mirar el uso islámico de los espacios públicos, hasta en el país más moderado). Tan curioso como que sea la Iglesia la que "coloniza" aquello que es de su propiedad y no se use el mismo rasero con quienes hacen lo mismo en sentido inverso o adoptan las aceras como su propio patrimonio para hacer de la herrumbre un modo de vida.

Con nuestra carrera oficial puede que seamos unos colonos, de nuestra propia fe, de nuestro propio espacio. Hasta puede que alguien nos suelte por el camino un exabrupto, no sería la primera vez. Lo que parece claro es que se usan términos con el gatillo fácil, cuando las balas vienen de una dirección concreta. Si fuera de la contraria, un simple escupitajo se consideraría un misil intolerable.










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