Blas Jesús Muñoz. El pasado miércoles tenía lugar uno de los actos programados en la visita pastoral a la Trinidad por parte del Obispo de Córdoba, Monseñor Demetrio Fernández. El mismo se desarrolló en el antiguo Colegio de la Trinidad situado en la Calle Tejón y Marín. Pude asistir a los instantes finales del mismo para comprobar como los cofrades que se integran en las hermandades de la Parroquia acudieron en masa a un acto en el que demostraron su amor por la Iglesia.
Las muestras de cariño y adhesión hacia el Prelado me hicieron reflexionar sobre diversos aspectos. El primero y más evidente consiste en la certeza de que el cariño sólo se gana a fuerza de reciprocidad y Mons. Fernández lo ha demostrado con creces a la diócesis de Osio desde su llegada. Su cercanía y su más que intensa labor pastoral dan prueba de ello.
La segunda es más compleja porque estriba en lo complejo que resulta dar un testimonio de fe y amor en una ciudad como esta. Don Demetrio lo da y muestra el camino a su grey, de eso no cabe duda. Como tampoco comprobar cada día la animadversión que la Iglesia suscita en determinados sectores sociales y políticos, aun sin una justificación medianamente plausible.
Es una labor difícil la de los vi varios de Cristo que, en definitiva, somos todos los católicos. Sin embargo, ejemplos como los de Demetrio Fernández nos invitan a la valentía, a mantener el coraje, partiendo del amor y el perdón, en una época que nos retrotrae al tiempo de los primeros cristianos.
