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viernes, 4 de diciembre de 2015

El Suspiro del Ángel: Con la puerta en las narices


Suspira el querubín porque ha dejado de subrayar libritos y ahora mira de nuevo a la calle que tiene nombre de penicilina. Una calle que le divierte mientras piensa en esos costaleros que lo mismo buscan el hueco entre el público si los dejan y no le cierran la puerta como en alguna hermandad.

Suspiros alados porque la puerta se abre y se cierra como una celosía oportuna para el que no conviene y para un amigo retomado al que si se le abren las rendijas para que su traición se escurra como el incienso tan fuerte que llegan a oler su perfume hasta las palomas de una plaza lejana.

Suspira el Ángel porque sabe que la Cuaresma ya está aquí y algunos que siempre dan las noticias de ayer y malamente, ahora aprovechan viejas enemistades para publicar conjeturas de templo grande, que lo mismo cobija a más de una, como si en lugar de escribir en papel para su deshonor lo hicieran donde suspira el querubín.

Joaquín de Sierra i Fabra









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