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domingo, 13 de diciembre de 2015

El Viejo Costal: Tú que no has venido, yo que no te he visto, demonio…


Esta frase simple era la que un compañero, delante de un complicado panel de señalización, profería al mismo tiempo, que con una de sus manos tapaba la cantidad de lámparas casi todas de color rojo, y de las que cada una de ellas señalaban una avería o un malfuncionamiento de algunos de los miles de equipo que desde allí se controlaban.

De esta manera él creía que alcanzaba la felicidad, por no tener que tomar determinaciones más o menos complicadas para ir resolviendo una a una, en ese mismo momento, y cada uno de esos fallos detectados y señalizados de forma luminosa en el laberíntico panel de averías permanecían de forma inalterable.

Pasado unos minutos, o unos segundos, la cosa se le complicaba sobremanera, ya que el mal funcionamiento de unos equipos llevaban al malfuncionamiento de otros, y su felicidad se veía acortada de  forma significativa, ya que todo se detenía, y el debía de ponerlo de nuevo en marcha previa resolución de cada uno de los problemas, originales y los originados por su pasividad.

Evitaba así ver al “demonio”, pero tardaba y resolvía el doble de problemas por no hacerlo con la mitad, en tiempo y forma, ocultaba su fuente de preocupación, y se creía con ello más feliz.

Y me he acordado de esto, esta misma mañana, que buscando actualidad cofrade, y algo de inspiración he recorrido media docena de páginas web oficiales de distintas hermandades, cordobesas, y de otras provincias. Las he mirado lentamente y en profundidad, para ver que en todos lados se cuecen habas y se sabe vender el paño.

Que tu hermandad lo que tiene es problemas por la falta de ajuar, pues pocas fotos de tus descubiertas estanterías y vacíos cajones. Si adolece de falta de guión, pues pocas fotos del mismo en las calles. Si carece de paso que lucir, foto alta, sesgada en plano picado invertido, donde solo se pueda apreciar al bendito titular.

Y todas estas cosas son correctas, y es correcto el saber vender lo que se tiene, y a mi me encanta la gente que con naturalidad sabe distanciarse de los planos que en poco o en nada favorecen a sus benditos titulares, y a sus sagradas cosas, y la naturalidad es como ella misma indica natural, simplemente natural que no es poco.

Otras hermandades publican cada unos de sus actos, e invitan a la asistencia a los mismos de todo los que leyeren sus líneas y convocatorias, otras invitan a la oración, y la colaboración en las obras sociales, y otras publican sus brindis al sol.

Otras, en realidad lo que hacen es impedir el libre acceso a su interior, no sean mal pensados, hablo de las paginas web, evitando y limitando quien llega, otras ocultando parte de sus contenidos, evitando accesos a lugares determinados, a reglas, y reglamentos, así se impide que nadie verifique sus derechos y que vayan a reclamarlos después, y lo que es mejor, a hacer cualquier cosa sin que nadie pueda acceder a recordar lo que dictan las normas internas, eficiencia torpe del primer pensamiento: tú que no has venido, yo que no te he visto, demonio…

Otras, gracias a Dios las menos, cerrando la puerta a toda persona que quiera saber de la marcha de su hermandad, de su casa, de sus hermanos, portazo en la cara, regalado por tu propio hermano, y ahora si puedes ser mal pensado. Y vuelta al inicio: tú que no has venido, yo que no te he visto, demonio…

Otras, las grandes, regentadas por grandes, por personas, al contrario de lo que algunos piensan por aquí, lo que hacen es abrir de par en par sus puertas, sus contenidos, y llegan incluso a admitir a través de foros libres las opiniones contrarías, con valentía y saber hacer, se prestan a entrevistas, aclaran dudas y siempre tienen las puertas abiertas de par en par. Ellos no temen al demonio, venga o no venga, por que saben a ciencia cierta que en las cosas de Dios el demonio no se mezcla.

Tú que has venido, yo que te he visto, demonio…







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