En pasadas fechas desde la emisora de radio de Cope en Córdoba, defendía nuestro compañero de GdP Blas la condición de libertad existente entre los que tenemos el honor de escribir en este blog.
Lo hizo, creo, de forma magistral, dejando muy claros los límites de la libertad y señalando que ésta, finaliza donde se afectan a terceras personas, y aclarando que a pesar de que es ancha castilla, no todo debe de ser campo, pero así nos hizo Dios.
Libres, en la totalidad de la expresión del ser humano, había realizado la más perfecta de las criaturas, nos hizo libres, libres de escoger, libres de acertar o de equivocarnos, libres para cualquier acción, tanto buena como para las mas ruines, esa es nuestra condición de ser humano.
La libertad entregada al hombre, le posibilita a realizar acciones incluso contra nuestro creador, es la muestra más grande de la humildad de todopoderoso.
Esta misma libertad es la que nos permite cambiar, arrepentirnos, buscar el perdón y darle a nuestra vidas giros tremendos como lo hacen a diario miles de personas en el mundo donde vivimos, y que no creo necesario señalar ejemplos, todos conocemos algunos.
Muchas veces he defendido posturas tremendamente contrarias a la mayoría, unas veces acertadas, otras no, pero siempre he sido fiel a mis principios, a mis creencias y sobre todo a mi forma de ver y entender mi vida, he cambiado tantas veces como me ha sido necesario mis errores para iniciar recorridos nuevos, este favor, se lo debo a Dios, que creó la libertad y la puedo ejercer hombre.
Siempre he querido evitar la terquedad, que muchas veces es la que nos tapa los ojos y no nos deja ver el error, ni la forma de corregirlo, la cabezonería de las personas es la causa de nuestra ceguera.
Si muchas personas que las gobiernan, de las que forman nuestras Juntas de Gobierno, fuesen capaces de mirar sin terquedad, sin buscar enemigos donde no los tienen, de escuchar, de reconocer los errores cometidos, y de recapitular sus programas y acciones, no tendríamos lo que en la actualidad tenemos, no se verían locuras como las vistas hasta ahora, en el seno de nuestras hermandades, y en nuestras ciudades y calles.
La humildad que a Dios le sobra cuando nos hizo libre, es la que nos falta para reconocer que somos humanos, que tenemos derecho a fallar, y que nuestra libertad termina donde empieza las de las otras personas, que el poder y el cargo es insípido, y permeable a nuestra historia, lo que queda es la historia de nuestros errores.
El cargo, el poder, las personas cambian en cada elección, siempre los que escriben la historia son los ganadores.
¿Lo ves ahora?, aprende a ser una persona libre.
Antonio Alcántara
Recordatorio El Viejo Costal: Errare humanum est…