Blas J. Múñoz. El año, su paso apresurado, se detiene y se mide en las imágenes de Mujer que visten sus estaciones con la liturgia perenne de sus atavíos clásicos. Desde Pentecostés hasta que la Cuaresma las luce de Hebreas, la ciudad reconoce sus días tal y como María Santísima está vestida.
Así María Santísima de la Paz ya celebra, desde Capuchinos, el aniversario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de María. Ataviada por Rafael Jódar, la belleza de la Paloma de Capuchinos resalta como siempre sobre las realidades materiales.
Tras la finalización de sus cultos, María Santísima de la Quinta Angustia tambien se halla ataviada para la celebración de la Purísima con una saya confeccionada por las Damas Camareras de la Hermandad y que ha sido donada por una hermana de la corporación. Destacando además el hecho de que luce la medalla capitular de la edil Carmen Sousa.
Finalmente, Nuestra Señora del Mayor Dolor espera a fieles y devotos en San Lorenzo con su consuelo presto y una belleza que emana y mitiga el sufrimiento impactante de la Dolorosa de la Hermandad del Calvario.