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sábado, 27 de febrero de 2016

Donde nace el Azahar: Camino del Cielo


Blas J. Muñoz. La Cuaresma llegaba a sus instantes centrales y, sin tan siquiera haber escuchado una marcha o haber quemado incienso, sus recuerdos, sus libros y su caminar lo habían guiado al universo distinto de los días que se viven en vertical. Con una satisfacción interior, difícilmente, descriptivas se sorprendió caminando una tarde más por las calles de la ciudad perdida.

Hacia frío a la hora justa en que el sol se había retirado hacia oeste de promesas naranjas de primavera. Desde el Buen Pastor a la Catedral, cada piedra del piso era una muesca de los hombres que le antecedieron. Podía notarse su reflejo, desde allí a la calle Céspedes y casi pudo oír a Manolo Santiago llamando a los primeros elegidos para portar al Señor del Perdón. 

Nacía la noche cuando se sorprendió en el Patio de los Naranjos y creyó volver a ver entrar a aquella Virgen por el arco que transgrede las bendiciones y convierte la urbe en el orbe celeste. Sintió la música del pasado más allá de sus oídos y un escalofrío certero de asombro, miedo y esperanza.

Rocío y Lágrimas, susurró. Agachó la mirada pero no se fijó en sus pasos, sino que se deshizo en miles de tardes de Miércoles Santos inmortales, envuelto en su mirada limpia como la cera que la alumbra y franca como la tierra cuando recibe las primeras gotas de vida antes de la tormenta. Se detuvo y se descubrió de nuevo en San Roque, camino del Cielo.





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