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viernes, 19 de febrero de 2016

Donde nace el Azahar: Un recuerdo de cincuenta años


Blas J. Muñoz. Sabía que hay miradas en las que recrearse; las que se buscan por las calles y el aroma del incienso avisa que está cerca. Se presienten en el pecho con una punzada persistente y, a mitad de la tarde del Jueves, las hallas en cualquier calle, a pie de acera, y apresuras el paso desde atrás observando el triángulo místico que forman sus brazos y la Cruz.

Recuperó una foto antigua. Décadas atrás, en la de 1960, una fotografía rejuvenecido en su blanco y negro portaba una escena insólita. El Cristo de Gracia en el interior de Patio de los Naranjos agrandaba la escena que los años parecieron no querer repetir. Y, sin embargo, en un hito inesperado de los días, el tiempo de Cuaresma anunciaba un regreso a aquella escena.

Más de medio siglo después, los pasos de la cofradía de los Trinitarios volvería a cruzar el umbral de su propia historia. Un trayecto centenario que se encaminaba a los cuatro siglos de devoción, arte y santas rascando la noche, ante el final inminente. Los días aportaban su paso y cada Jueves de Cuaresma era uno menos para el enseñado.

Casi le pareció escuchar en la lejanía el primer redoble de su Agrupación Musical. Casi volvió a percibir el primer impacto, al verlo rodeado de incienso formando el triángulo místico de sus brazos con la Cruz. Casi se sentía en las entrañas de aquel Patio amurallado donde se reproducía un recuerdo de cincuenta años.





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