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jueves, 4 de febrero de 2016

La Firma Invitada: Radicalización, intransigencia en el Amor y en los toros


“A través de la humildad, la introspección y la contemplación orante hemos adquirido una nueva comprensión de ciertos dogmas. La iglesia ya no cree en un infierno literal, donde la gente sufre. Esta doctrina es incompatible con el amor infinito de Dios… Dios no es un juez, sino un amigo y un amante de la humanidad. Dios busca no para condenar sino para abrazar… En el pasado, la iglesia ha sido muy dura con los que consideró inmorales o pecaminosos. Hoy en día, ya no hay juicio. Como un padre amoroso, nunca condenemos a nuestros hijos. Nuestra iglesia es lo suficientemente grande como para heterosexuales y homosexuales, para los pro-vida y los pro-elección para los conservadores y los liberales… Ha llegado la hora de abandonar toda intolerancia. Debemos reconocer que la verdad religiosa evoluciona y cambia. La verdad no es absoluta o grabada en piedra. Incluso los ateos reconocen lo divino. A través de actos de amor y caridad el ateo reconoce a Dios como bueno, y redime su alma, convirtiéndose en un participante activo en la redención de la humanidad”.

Papa Francisco


Nos estamos haciendo expertos en discordias, para llegar a cualquier acuerdo tenemos que hacer encajes de bolillos o malabares. Dicen, que muchas son la voces que exigen el cumplimiento de la aconfesionalidad del estado, digo lo de dicen, porque creo que al igual que en otros aspectos, la fiesta taurina por ejemplo, son más altas las voces que el numero de los vociferantes que lo piden.

Hemos entrado en un tiempo donde prohibir, limitar, acotar y censurar, es más progresista que respetar, transigir y tolerar, el problema viene cuando todos nos dejamos arrastrar por corrientes que utilizan la confrontación como maniobra política  y más aun, cuando se utilizan la Fe y los preceptos de la misma para separar y enfrentar a un pueblo o hermandad que ha vivido estos últimos años en armonía y normal convivencia, por ejemplo la ciudadanía cordobesa o el caso de la Hermandad del Amor.

Puede ser momento de llamar la atención a aquellos que siguen por el sendero de la instrumentalización y la radicalización. Las hermandades en ese aspecto tienen un papel ejemplar de convivencia y de tolerancia hasta la fecha, aunque en los últimos años se esté llegando a extremos que antes no se conocían. La fe y la devoción hacia unos titulares era integradora y no excluyente en estos ámbitos. En una misma hermandad o cuadrilla convivían/conviven, personas de todo tipo de ideales, de distinta clase social, sexual y con diferentes modos de vivir la Fe, no existiendo impedimento por ello para el desarrollo de su labor.

Quizás no sea de lo más ortodoxo y este fuera de los preceptos establecidos pero así ha sucedido hasta nuestros días, sobre todo bajo nuestras trabajaderas, lugar de refugio y de unión, lugar de integración y respeto hacia unos sentimientos que nos fortalecen y nos dan fuerzas para seguir día a día en este infierno que en ocasiones es la vida.

La intransigencia o exceso de celo de algunos sectores de la iglesia han condicionado que esta vía fuera el único reducto, la única forma de hacer visible las creencias, devoción y fe, de quienes la veían limitada o condicionada por diferentes motivos. Muchos costaleros, vestidores, capataces, hermanos en definitiva,  tenían o tienen una cercanía a Dios a través de las hermandades y es ahí donde radica la grandeza de las mismas, es ahí donde se realiza la verdadera labor evangelizadora. Mediante está integración, mediante la igualdad ante los ojos de Dios y ante el respeto de sus hermanos.

Sé que las hermandades son herramientas de la iglesia, instrumentos de la misma y deben respetar sus preceptos y normas, pero si la cabeza visible de nuestra iglesia, nuestro Papa, es capaz de entender y expresar lo que se expone en el inicio de este escrito, ¿quiénes somos nosotros para juzgar a alguien con tanta intransigencia?

Nazareno de capa









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