Redacción. A primera hora de la tarde, una lluvia fina comienza a calar la expectativa de ver al Crucificado del Miércoles Santo adentrarse por el Patio de los Naranjos. Poco importa, las hermandades han hecho acto de presencia dispuestas a rendirle honores en el templo que bautizara a Juan de Mesa. Sin embaro, el cortejo se forma y se abren las puertas de San Pedro. El cortejo comienza a definirse y caminar con cirios en una estampa que muestra una determinación sin paliativos.
Con el cielo encapotado el Santísimo Cristo de la Misericordia atraviesa el umbral de la Basílica Menor de San Pedro para dirigirse hacia la Santa Iglesia Catedral. La amenaza de lluvia está en el aire, pero según fuentes consultadas habría dispuestos varios puntos de refugio y siempre cabría la posibilidad de cubrir al Cristo con plástico para que no resultase dañado en caso de lluvia.