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domingo, 27 de marzo de 2016

La prensa deja constancia de un momento histórico


Blas J. Muñoz. El mediodía del Domingo se ha superado ampliamente y el ser de luz de la ciudad recuerda a otros días. Al Vía Crucis Magno y al Resucitado adentrándose en los muros de la antigua Basílica de San Vicente. Resonaban en aquella jornada los sones de las Tres Caídas de Triana y, ahora, los de Redención de Sevilla. 

Sin embargo, en esta ocasión el paso por el templo cobraba más significado -si ello es posible- en el año en que todas las hermandades decidieron hacer del templo diocesano su señal y su emblema. Los nazarenos, azules y blancos, se adentraban en las arqueros para dejar la penúltima estampa esperada de la Catedral y sus cofradías. 

El mediodía había sido vencido por el sol que trae consigo la Reina de la Alegría y fieles y devotos la contemplaron entrar radiante, con la buena nueva de la resurrección en el Patio Sacro de la ciudad eterna. Todo estaba cumplido. El sueño quedaba manifiestamente posible cuando la Santísima Virgen cruzaba bajo palio el Arco de las Bendiciones. 

A la salida, la prensa aguardaba para reproducir un momento que por histórico era tan emocionante como el del Jueves Santo al paso del Cristo de Gracia o el Miércoles con Misericordia. Córdoba se miraba a sí misma este domingo y sus cofradías con la sensación del sueño cumplido.






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