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viernes, 25 de marzo de 2016

Verde Esperanza: Querido capataz... llama cuando quieras


 Sé que esto puede ser una pequeña puñetada –por no decir otra cosa- que estoy haciéndote, pero qué quieres que te diga… No he podido contenerme, espero que sepas perdonarme. Sé que no te enfadarás. Ni puedo acercarme a imaginar por lo que habrás de estar pasando por estar a tantísimos kilómetros de tu de tu familia, de tu gente, de tu Hermandad… Aunque para ti esas tres palabras signifiquen, en muchas ocasiones, lo mismo. Y, sobre todo, tan alejado de tu Virgen de la Esperanza y tu Cristo del Amor, tu niño, como cariñosamente lo llamas.

Aún recuerdo aquella tarde hará dos o tres años en la Casa Hermandad, preparando un San Juan, cuando me ofreciste ser el enlace con la banda del Señor. Ilusionado como un niño, acepté encantado al par de días, ya sabes cómo es uno y lo que le gusta pensarse las cosas. Aquel pequeño gesto, que bien pudiera parecer carente de importancia, hizo que empezara a acercarme a esa pequeña familia que forma la gente del Señor. Comencé a acudir a los ensayos, y me cautivé del inmejorable ambiente que reinaba en ellos, y del trabajo bien hecho de todos: costaleros, contraguías y capataces. Gente pura, con casta y con muchísima ilusión, encabezados por tí. Seguramente cuando leas esto repetirás en tu cabeza “no, no, no…”, pero no puede estar más claro que tú eres el precursor de todo lo bien que va nuestro Dios del Amor hoy en día. Más aún cuando el precedente antes de llegar tú a su llamador no era muy halagüeño, con aquel triste año en el que el Cristo tuvo que ir portado a hombros por insuficiencia de costaleros. Hoy, Viernes Santo –como si no lo supieras-, seremos 53: casi dos cuadrillas. Por supuesto hay otras muchas personas que han contribuido a ello, especialmente dos que tú y yo bien conocemos, y que tantas cosas buenas “copiaron” de ti. De su mano, y de otras que se han ido sumando con gran acierto, crecemos en número, y en capacidad de trabajo bien hecho. Seguimos siendo una familia, con nuestros ratos de charla. Caminando por derecho, como Él debe ir, tú bien lo sabes. Así que yo te digo que “sí, sí, sí”, eres tú el primer pilar que fundamenta la familia del Señor, cuyo padre reparte Amor cada Viernes Santo, conquistando los corazones de todo aquel que abre las puertas del alma cuando pasa por su lado.

Hemos –permíteme que me incluya como un pequeño grano de arena más- contribuido entre todos a darle el lugar que merece a nuestro Cristo del Amor. Una talla que pudiera llegar a estar ensombrecida por la magnificencia y el ascua de luz que es la Reina de la Esperanza, pero poco a poco y arrimando el hombro entre todos –y tú, el primero-, estamos consiguiendo que en nuestro pueblo, y más allá de él, conozcan la cautivadora mirada de tu niño, nuestro Cristo. Y tú, como pilar fundamental de ello, mereces un reconocimiento público por tu labor callada durante tantos años. Hoy más que nunca, tan aislado de lo que te apasiona y probablemente en la soledad de tu conciencia, mereces que todos te demos las gracias con mayúsculas por haber contribuido a ser lo que somos. Va por ti Xavi. En cada levantá, aunque no lo digamos, estarás en nuestro pensamiento. Cada racheo con que nuestros pies acaricien nuestras calles, y la suela de nuestro calzado quede en el asfalto –la Hermandad paga las suelas, no te preocupes, ya lo decías tú-, cada aplauso que arranquen los 30 corazones que van debajo de la cruz latiendo al mismo son… todo será por y para ti.

Hoy estás con nosotros, porque aunque te encuentres más allá de nuestras fronteras, tu corazón latirá bajo la trabajadera, fuera de ella o donde a ti, y a tu niño, os dé la gana. De todo corazón, gracias por abrirme la puerta a esta bendita locura. Nos volveremos a dejar la piel para mantener el legado que tú comenzaste, para que nuestro Dios del Amor camine como merece, y para que puedas sentirte orgulloso de nosotros. Va por ti, querido y eterno capataz… llama cuando quieras, que tu cuadrilla está en el palo.


José Barea



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