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domingo, 24 de abril de 2016

Una cofrade en los Juegos Olímpicos


Guillermo Rodríguez. Que el Universo Cofrade es capaz de llegar a superar fronteras presuntamente inalcanzables, es un hecho incuestionable para la mayor parte de los andaluces, conscientes de la dimensión social que las hermandades tienen en la realidad cotidiana de nuestros pueblos y ciudades. Lejos queda la idea trasnochada de que los cofrades son una especie de subconjunto de la ciudadanía con unas características determinadas más próximas a la idea de beatitud que de la normalidad que se constata cuando se vive cerca de todo lo que huela a incienso.

Ahondando en este axioma, la sevillana hermandad de las Aguas ha puesto un granito de arena más en la playa de nuestra realidad, para colaborar en la demostración científica de que los cofrades somos personas normales que nos desarrollamos en todos los ámbitos de la sociedad y que no vivimos 365 días entre biblias y cuentas de rosario, por más que en ciertos espectros políticos, por desinformación o por interés se nos conciba de un modo diametralmente opuesto.

La noticia en esta ocasión, tiene nombre y apellidos, Ana Pérez, aunque podría perfectamente no haberlos tenido, en la medida en que el anonimato derivado de vestir túnica cada Semana Santa esconde esta cualidad de normalidad bajo el antifaz de nuestras hondas tradiciones. Ana Pérez, hermana de las Aguas desde muy temprana edad, que realiza anualmente su Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral acompañando al Santísimo Cristo de las Aguas, a Nuestra Madre y Señora del Mayor Dolor y a María Santísima de Guadalupe. ha logrado brillantemente su clasificación, en la modalidad de Gimnasia Artística, para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro que se celebrarán el próximo verano.

Ella ha convertido en noticia lo que es una condición consustancial de quienes componen los cortejos de nuestras cofradías cada primavera, ser personas normales, que se desarrollan personal y profesionalmente como el resto de sus conciudadanos en la sociedad en la que viven con la única particularidad de ser cristianos y cofrades y de llevar a gala y con el mayor de los orgullos las tradiciones heredadas de sus mayores y trasmitidas de generación en generación.

Este verano, un pedacito de nuestro universo cofrade estará en Brasil para hacer sentir a los hermanos de las Aguas en particular y a todos los cofrades del mundo en general, que las cofradías son capaces de llegar a cualquier sitio. Seguro que el Santísimo Cristo de las Aguas estará con ella, para ayudarle a cumplir sus sueños que a partir de hoy se han convertido un poco en los sueños de todos los cofrades. ¡Felicidades!










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